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Y JT se acercó mucho al mejor JT

Primer toro: 

El festejo se demoró siete minutos sobre el horario previsto. El gentío colapsaba las bocanas de acceso camino de sus localidades. José Tomás, de grana y oro y fino como un junco, enfiló el paseíllo envuelto en una atronadora ovación y en un capote de paseo verde y azabache. Se engrandeció a la conclusión del mismo, obligado a saludar montera en mano.

Abrió plaza un toro castaño de Juan Pedro, bonito por delante y que embistió por dentro en los lances de recibo. José Tomás no se acopló por ese palo y, por chicuelinas, se lo pasó acto seguido cerquísima. Una de ellas resultó antológica, por ceñida, despaciosa y por cómo enganchó al toro delante y lo vació detrás de la cadera. Estalló la plaza. El quite resultó más atropellado tras el simbólico paso del astado por el caballo. Brindó el de Galapagar su faena al público en el platillo y al hilo de las tablas inició su faena por alto y a una mano en una tanda ayuna de técnica pero de nuevo reunida y emocionante. En redondo, hubo una de especial nivel sobre la mano diestra y algún natural suelto pero estuvo condicionada por la flojedad de un juampedro que perdía las manos y lanzaba un molesto derrote defensivo en mitad del muletazo. Recuperó el trasteo nivel, y de qué forma, en unos compases finales más metido entre los pitones y toreando con media muleta. El final, por abajo, precedió a la estocada trasera al primer intento. Se pidió la oreja sin demasiada rotundidad y no fue concedida.

Segundo toro:

El de Garcigrande tampoco fue un dechado de poder. Lavado, despegado del suelo y sin excesivo remate, no permitió el lucimiento con el capote. Las gaoneras del quite no fueron ni mucho menos las mejores de su carrera, pero aún así se jalearon con pasión. Los estatuarios en el centro del ruedo se vivieron entre dos aguas y, de repente, José Tomás se rompió a torear al natural. Y rompió la plaza. Hubo una tanda colosal de al menos diez muletazos. El toque con los vuelos llegaba al morro de «Azuzado» y a partir de ahí dominaba la embestida para someterla y llevarla larga y rematada muy atrás y muy despacio. Una antología. La gente, loca. Otra serie de categoría superior se vio interrumpida por un desarme. No importó. El madrileño regresó a la cara del toro para acabar de cuajarlo y cerrarlo a dos manos genuflexo y pasándoselo de nuevo muy cerca. La estocada, otra vez pelín trasera, puso en sus manos el doble trofeo.

Tercer toro:

Subió el listón de la presentación el de Victoriano del Río. Altón y con cara de hombre. Derribó a José Tomás con los cuartos traseros cuando trataba de torearlo a la verónica y se incorporó el madrileño con prontitud, mostrando una fortaleza física que no se atisbó en Jaén. Quitó por chicuelinas en un ruedo completamente despejado y bajo un silencio de expectación que recordaba al de las tardes de vino y rosas. Viotti anduvo sensacional con los palos y JT brindó a un joven presente en una localidad baja del tendido cinco. Llegó el de Victoriano encastadito a la muleta tras cobrar un único puyazo y José Tomás principió su labor por abajo, dominador y dejando un cambio de mano que fue un cartel de toros. Tuvo un buen pitón derecho, por el que el diestro madrileño toreó en redondo a placer. En un parón, aguantó estoico y se lo echó a los lomos. Por fortuna lo encunó y el pitón no caló en el cuerpo del torero. Sin mirarse, volvió JT a la cara del toro para dejar una serie sobre la mano izquierda y un final por manoletinas muy logrado, que abrochó con un molinete y un pase del desprecio. La gente, loca. Gritos de ¡torero, torero! y de nuevo una estocada trasera y contraria. Oreja.

Cuarto toro:

El mejor toreo de capa del solo tomasista, al menos el más ligado, surgió con el cierraplaza, de Domingo Hernández, un toro más simplón y menos ofensivo. Fue en una docena de lances a pies juntos, ganando terreno hasta los medios y que abrochó con una torera media. Todo muy despacio, muy templado y muy de verdad. No hubo quite en esta ocasión. Como tampoco hubo invitación alguna a Álvaro de la Calle, el sobresaliente, en toda la tarde. Bien Miguel Martín con los palos, brindó José Tomás de nuevo a los fieles. El de la divisa salmantina fue con diferencia el de más clase del envío, humillando con rectitud y largura. Pena que durara apenas un par de series. La faena careció de ligazón pero tuvo pasajes sueltos bellísimos. Con él dejó JT el primer pinchazo de la tarde cuando montó la espada en terrenos de sol y lo pasaportó al tercer intento de una estocada esta vez en el sitio. Pasaban veinte minutos de las nueve de la noche y la parroquia abandonaba la plaza esta vez satisfecha. Habían visto al ídolo a su nivel. Al menos a uno mucho más cercano al mejor Tomás de siempre, al contrario de lo que sucedio en Jaén. José Tomás lo hacía en volandas, con una sonrisa dibujada en el rostro, la primera relajada y sincera de toda la función.

RESEÑA

hierro juan pedro domecqhierro garcigrandehierro victoriano del ríohierro domingo hernández

Plaza de toros de Alicante España. Domingo, 7 de agosto de 2022. Festejo extraordinario fuera de abono. Toros de Juan Pedro Domecq, noble pero de escaso empuje, Garcigrande, bueno, a más; Victoriano del Río, encastado y Domingo Hernández, con mucha clase pero escasa duración.

José Tomás en solitario (de grana y oro), ovación con saludos, dos orejas, oreja y palmas tras aviso. Salió a hombros.

Incidencias: Lleno de «no hay billetes» en tarde de calor sofocante. Entre las cuadrillas, destacaron Sergio Aguilar, Miguel Ángel Sánchez, Rafael Viotti, que se desmonteró tras parear al tercero y Miguel Martín, que hizo lo propio en el cuarto.

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