Se lidió un encierro de la ganadería de San Constantino en el que triunfador del festejo fue Javier Funtanet
Un clima agradable en torno a la Plaza México, incluso con episodios cálidos que provocaban un buen ambiente para disfrutar de toros. La entrada, siendo novillada, alcanzó lo que se esperaba, unos 5,000 aficionados.
Se lidió un encierro de la ganadería de San Constantino, bueno de presencia y magnifico de bravura, siendo cinco de ellos ovacionados por su desempeño en la lidia que siempre fue con emotividad y calidad.
El triunfador del festejo fue Javier Funtanet quien lidió al cuarto de la tarde. Se mostró cabalgando con soltura para ejecutar tres rejones de castigo con certeza y galopando con poderío ante las bravas embestidas del alegre novillo. Para colocar banderillas iluminó el ruedo con la colosal presencia de un caballo tordillo imponente, que fue valiente al toro mientras el rejoneador colocaba las banderillas en afortunado sitio y con evidente destreza. Y con las banderillas cortas se lució al colocar el segundo par al relance. Intervinieron entonces los Forcados Amadores de México, ejecutando una pega efectiva pero extrañamente poco emotiva, siendo el forcado de cara Juan de Dios Corona, reconocido como un valiente al sujetarse fervientemente al testuz del astado.
Regresó Javier a la cara del novillo para ejecutar un rejón de muerte entero que provocó que rodara sin puntilla. El público entregado con el caballero en plaza, exigió una muy merecida oreja que fue bien concedida por el juez de plaza.
José Funtanet, hermano mayor de Javier, se enfrentó al primero de la tarde, un novillo que salió con muchos bríos y correteó por el ruedo embistiendo al caballo del rejoneador con gran bravura. José entonces le mostró el camino al astado y dándole caballo lo ubicó en terrenos para colocar los rejones de castigo de buena manera. Las embestidas del novillo seguían siendo alegres y espectaculares, lo que aprovechó José para colocar tres banderillas con exposición y otra con un giro del caballo después del trance, lo que emocionó al público. Aparecieron los Forcados Amadores de México y realizaron una estupenda pega al primer intento, mostrándose el forcado de cara Juan Pablo Calderón como un hombre valiente y hasta templado para enfrentar la fiera embestida del novillo. Regresó a escena José Funtanet, con un tordillo rodado, con la crin adornada como cabalgadura medieval, para colocar banderillas cortas. Con el rejón de muerte no tuvo suerte ya que colgó un feo bajonazo para después insertar uno entero en buen sitio. Dio vuelta al ruedo acompañado del forcado triunfador.
En la lidia a pie Christian Antar recibió al segundo de la tarde con verónicas a pies juntos que fueron de pintura. Llevó el novillo hacia el caballo por chicuelinas para luego quitar por navarras. Pero luego, ya con la muleta, se dedicó a dar pases pero sin poder templar las embestidas del bravo burel. Solo pases y pases y el novillo se acaba de tanto ir a la muleta. Mató de estocada entera y un descabello para escuchar aplausos.
Con el quinto de la tarde se mostró variado con el capote, desde largas de hinojos, verónicas y un quite por gaoneras. El novillo era de embestida desacompasadas y llevaba la cabeza alta, así que el torero se lio en instrumentar pases por ambos lados pero la faena no funcionaba. Así se fue largo y tendido pero no pasaba nada. Al final trató de enmendar con adornos y desplantes pero el público empezaba a desesperarse. Una estocada y tres descabellos fueron necesarios para matar al novillo y escuchó una severa división de opiniones.
José María Mendoza estuvo variado con el capote ante su primero, sujetando al novillo para luego ejecutarle chicuelinas con sabor épico. Al tomar la muleta se notó en ella un estampado que decía “libertad”, en clara alusión a lo que ahora sucede en contra de la fiesta de toros. Con ella, muleta extraña, toreó a un novillo que no acaba por entregarse, pero él insistió estoico y resolviendo con recursos y oficio. A pesar de escuchar un aviso y no estar muy acertado con la espada, logró arrancar una fuerte ovación del tendido.
Con el que cerró plaza se mostró oficioso con el capote, aunque poco lucidor, con un novillo que salía suelto. Con la muleta inició doblándose con algarabía. Luego al torear por derechazos y naturales, no logró atemperar las embestidas del novillo, dejando ir la faena. Para terminar instrumentó manoletinas con lo que logró rescatar el ánimo de los aficionados. Mató de estocada caída y luego una entera, para escuchar un aviso y los aplausos del respetable.