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Indulto y toreo grande de Ferrera en Olivenza

El extremeño cuaja una gran mañana de toreo con una importante corrida de Victorino Martín que no se queda atrás en el acontecimiento

 

Cuando Antonio Ferrera cruzó el ruedo de Olivenza ya sabía que la celebración de sus bodas de plata venía cargado de responsabilidad y de compromiso. Cuando empezaron las palmas en agradecimiento a su gesto, sus compañeros desde el tendido se pusieron en pie reconociéndole: Espartaco, José Luis Moreno, El Juli, Manuel Escribano -tomando notas para su gesto con Miura en Sevilla-, Miguel Ángel Perera y El Capea (al menos son los que yo divisé). La ovación se extendió mientras Ferrera invitaba a su extensa cuadrilla a salir a recogerla.

El vestido blanco era el de la exitosa encerrona de Las Ventas en 2019. De aquella tarde a esta mañana ha habido otras tres tardes de seis toros una en Badajoz con una corrida de Zalduendo con la presencia de Bilbao en 2020 y las otras de Adolfo Martín en Mont de Marsan y en la última Feria de Otoño, esta justo de cuestionable resultado (con la polémica del intento fallido por querer estoquear un octavo toro tras conseguir la oreja del séptimo).

En el momento en el que apareció por chiqueros el quinto toro ya se habían consumido las dos primeras horas del festejo. Las palmas premiaron su impecable presencia. Muy de la casa: hocico de rata, cornidelantero, un pelín engatillado, serio y cuajado. José María González Borrella le pegó un puyazo en toda la yema echándole el palo de largo. Le brindó la faena a Jacinto Ortiz, dueño de la plaza que debió quedarse tapaito en el callejón para recibir el brindis en lugar de pisar el albero sagrado, reservado a los matadores. Ferrera apostó por el toro, le dio distancia y desde los medios cuajó una faena memorable. El toro fue franco desde el principio y lo cuajó a placer. Por los dos pitones, no se cansaba de embestir el victorino que repetía buscando los vuelos de la muleta. El extremeño lo entendió en todo momento. Tiró el estoque mediada la faena para torearlo con la mano derecha con los vuelos. Logró llevarlo largo, yéndose detrás de la embestida, acariciando y exigiendo en los mismos muletazos. Terminó con circulares en los que la clase, ya más templada que al principio no dejó lugar a dudas. La pañolada propició el indulto.

En el primer toro marcó la tónica de lo buscado durante la corrida. Tras recibirlo con buena actitud y haciendo las cosas para que rompiera el serio primero de Victorino Martín -abierto de cara-, lo puso lejos en el primer puyazo. Fue andando hasta mediado el anillo donde metió una marcha más: le pagaron un largo y duro puyazo. Repitió la operación pero en esta ocasión no se arrancó, el caballo (único en el ruedo por petición de Ferrera) se movió hacia chiqueros y allí sí que fue. Ferreira (subalterno) se asomó al balcón y saludó una fuerte ovación tras parearlo. El extremeño estructuró bien la faena, aprovechando el mejor pitón que fue el izquierdo por donde tuvo un ritmo especial. Por el derecho se fajó buscándole las vueltas a esa falta de recorrido y humillación por ese pitón. Al volver a la izquierda firmó magníficos naturales. La estocada precedió a la primera oreja de la mañana.

El cinqueño que hizo segundo tampoco tuvo mala pasta. Tras los lances a pues juntos del saludo se frenó tras pelear en el caballo. Hizo hilo en la brega de José Chacón y marcó cierta querencia. Tuvo nobleza como gran virtud y falta de acometividad en algunos momentos. Ferrera lo trajinó con inteligencia. La espada le privó del triunfo.

Un runrún recorrió los tendidos cuando apareció el tercero, astifino con la cara colocada. Digno heredero de hechuras y expresión de su padre: Cobradiezmos. Una pintura. Humilló sin terminar de desplazarse en el saludo capotero. Se arrancó al caballo de punta a punta y desde los medios la segunda vez. Arrancádose con buen son. La humillación tras el tercio de varas no tuvo la continuidad esperada. En la muleta marcó rápidamente que el pitón era el derecho, mientras por el izquierdo se quedaba corto. Fue costoso para estar delante, Ferrera no renunció a echársela delante y traérselo cosido. Cuando no aplicó esta fórmula se le quedó debajo, haciendo la uve, sin pasar. La estocada contraria llegó tras el pinchazo y paseó la segunda oreja de la mañana.

Hizo un esfuerzo con el sobrero que se corrió como cuarto bis. En el capote apuntó buena clase un punto falto de humillación. Sólo le dieron un puyazo. Fue un toro de apostarle y de atacarle porque si no se guardaba. Eso sí, cuando se le exigió dio lo que tuvo. La faena de Ferrera tuvo tres diferenciadas etapas, una inicial de acople que duró lo suyo, una segunda de entrar y salir en cada muletazo animando con su trajín a embestir y una última donde de verdad templó -de uno en uno- la embestida a media altura que se convirtió en pastueña como consecuencia de su actitud.

Durante la corrida, larga por los extensos tercios de varas y por el sobrero rebelde, me acordé de aquellos comentarios de Molés y Antoñete sobre una gran actuación de Ferrera en Badajoz en la que cambió el concepto que tenían de él. De las mil versiones que hemos visto de Ferrera la de esta mañana fue la más ortodoxa, la más centrada, la más profesional.

El párrafo anterior lo escribí justo antes de que Ferrera se subiera al caballo para picar al sexto, al que le hizo una avería buena con la puyita. Lo banderilleó junto a miembros de su cuadrilla. Resultó el más desrazado de la mañana. Lo toreó en los terrenos de chiqueros y lo enceló con recursos de veterano.

No hubo forma de meter en los corrales al cuarto, que se partió un pitón desde la cepa y que lo perdió en su único encuentro con el peto. Álvaro de la Calle se hizo cargo del toro después de más de media hora de intentos fallidos por que entrase. Con verticalidad y dignidad lo toreó por ambas manos antes de estoquearlo al segundo intento.

RESEÑA

Domingo, 6 de marzo de 2022. Plaza de toros de Olivenza (Badajoz). Cuarta de feria. Toros de Victorino Martín, muy bien presentados, cinqueños y de buen juego en general. Extraordinario el 5º, al que se le concedió el indulto.

Antonio Ferrera, de blanco y oro. En solitario: Estocada corta (oreja). Pinchazo, media estocada y un descabello. Aviso (silencio). Pinchazo y estocada contraria (oreja). Estocada desprendida (oreja). Indulto (dos orejas y rabo simbólicos). En el sexto, media estocada y descabello (palmas). Salió a hombros de su cuadrilla.

Incidencias: Tres cuartos de entrada. Antonio Ferrera conmemoró su 25 aniversario como matador de toros (alternativa en Olivenza el 2 de marzo de 1997). Saludó tras parear al segundo Antonio Joao Ferreira y tras picar al quinto José María González.

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