Ignacio Olmos tomará la alternativa pasado mañana en Tomelloso. Será una meta y un comienzo, pero ni ha sido fácil llegar ni lo será el camino a partir de este momento. Él, que se ve un hombre sensato y serio, lo sabe de sobra.
Porque cuando escuchas hablar a Ignacio Olmos (Mora de Toledo, 1996) enseguida te das cuenta de que es un tío formal, educado taurinamente por gente de esa que te habla de toros con la claridad que demanda esta profesión. De toreo sobrio y poderoso, posiblemente, las expectativas que levantó como novillero sin caballos no terminaron de confirmarse al debutar con picadores; pero el año pasado, después precisamente de que no salieran las cosas en Las Ventas, mató una auténtica corrida de toros en Moralzarzal y la dimensión que ofreció le animó a dar el paso a matador de toros:
«Mi paso por el escalafón de novilleros me ha curtido mucho, he matado utreros muy serios, y me veo capacitado para tomar la alternativa. Es verdad que me ha faltado ese triunfo rotundo en Madrid que te hace coger fuerza, pero ya sabemos lo que es el toreo y lo que es esa plaza. Uno va con muchas ilusiones pero no es fácil, y si no triunfas tienes que empezar otra de vez de cero».
Pero el hecho de tomar la alternativa es también eso, empezar de cero, aunque después del día 9 tiene en tres semanas una corrida de toros en Mora de Toledo con los otros dos toreros de la tierra, Israel Téllez y Eugenio de Mora, que además será el que le dará la alternativa el sábado: «Taurinamente hablando -explica- Eugenio de Mora es como mi padre. Es el que me ha inculcado el toreo y lo que supone esta profesión, los esfuerzos y sacrificios que hay que hacer. Siempre que lo he necesitado me ha echado una mano, tanto en lo personal como en lo material. Que sea mi padrino es para mí un sueño».
También muy cerca de él está su apoderado, El Trebu, antiguo torero que confió en Ignacio en un momento en el que casi nadie lo hacía. «Un luchador incansable», dice Olmos, y añade: «Donde nadie veía que podía haber un proyecto, él sí lo advirtió, y la lucha que llevamos juntos es titánica. Y lo que, si cabe, es más meritorio, es que El Trebu hace todo esto por puro romanticismo, por la propia vocación de poder ayudar a alguien que quiere ser torero».
Faltan dos días y se le ve contento y sereno. La corrida es de dos ganaderías de la misma familia, Ojailén y Javier Gallego (Las Ramblas y Veragua) y cuando le pregunto si estrenará traje me dice que sí y que no:
«El que me hice el año pasado para la Feria de Otoño, un vainilla y oro, tenía las perlitas en blanco y se las he cambiado por remates negros. Eugenio de Mora salió por la Puerta Grande de Madrid con un vestido así, y César Rincón se lo ponía también mucho. Mi madre siempre me estaba diciendo que por qué no me hacía un día un vestido de esa manera, porque sabe que el maestro Rincón es uno de mis ídolos, así que le he dado el gusto a ella y he cambiado sus remates. Por tanto, de alguna manera, en Tomelloso iré de estreno».
Que te traiga suerte, Ignacio…