Tomás Rufo logró las dos orejas del sexto, un animal que tuvo ritmo en los primeros tercios y mantuvo esa transmisión y nobleza en el tercio de muleta. El toledano lo toreó con ligazón y mucho temple. Apretando por abajo las embestidas del animal, que tuvo duración a pesar de venirse a menos en el tramo crepuscular de la faena. Hubo pureza y valor a partes iguales en un trasteo que epilogó de una estocada en la yema para asegurar la Puerta Grande.
Definido desde su salida al ruedo, el tercero fue un buen toro de El Torero que Tomás Rufo supo aprovechar. Tuvo prontitud, nobleza y enclasada embestida el animal de Lola Domecq y el toledano lo toreó con hondura en tandas de mano baja, siempre con ajuste y ligazón. Sobresalió con la zurda. Lástima del manejo de los aceros, que dejó en ovación tras petición una faena de premios.