Sigue la historia en la Comunidad de Madrid. Se cambia hoy el rojo ladrillo y el gris del albero venteño por una montera de metal que, como si dueña del destino fuere, da muerte en su cobijo a la letrilla de los carteles que rezaba aquello de “…si el tiempo lo permite.” Grises, de plata añeja, son también los utreros que hoy surcarán las arenas de un desierto de cal y arena, y los muslos del futuro de nuestra Fiesta. De los de Conradi, nada menos. Marfiles gran reserva. Presente, pasado y futuro.
Hay quien en el gris ve plomo. Malas lluvias. Paredes de cárcel, cemento sin rumbo. Yo en el gris veo sueño. Veo agua hecha nube, que da agua y sombra. Veo el acero, que tanto da y quita. Veo el don de las cadenas, la vida misma. Veo las alas de un pájaro de ojos abiertos y alma libre. Y bajo la montera gris de hierro los cuerpos respiran todo ello, y mucho más. Veo una moneda al aire, de las que eran realmente nuestras, de las antiguas. Dios dirá de qué lado cae en el día de hoy.
Rodillas hundidas en el albero. A portagayola recibió Francisco Montero al primero de su lote. Con dos lágrimas por testigo. Dos largas le propinó a su novillo, cárdeno bragado, de armoniosas hechuras y bien cuajado. Dos puyazos le fueron impuestos, ante los que empujó. No lo puso tan fácil en banderillas. Quitó por chicuelinas El Rafi, disfrutándose. Brindó a Jesús, alma joven culpable de su reaparición en palabras del novel. Inicio encajado, con gusto y pasión, moviendo al novillo. Se sentó tras rebasarse en una serie, pero fue obediente y templado en su embestida, aunque a medida que fue avanzando la faena, denotó una clara falta de profundidad y entrega ante los engaños. Anduvo a gusto Montero mientras le duró el novillo, que se fue apagando en las cercanías de la espada. Pinchó y sonó un aviso. Pinchó una segunda vez antes de plantarle una estocada entera que rodó al animal. Palmas al burel en su arrastre, y silencio para Francisco Montero.
Algo más claro fue el segundo cárdeno de la tarde, bragado y meano, ovacionado de salida. Recibo con ritmo de Raphaël Raucoule, “El Rafi”. Verónicas con buenas medias de broche. Lo colocó en suerte para las correspondientes varas con chicuelinas al paso. No respondió en el peto con acometidas poderosas, con el que se las vio en dos ocasiones. Complicado fue lucirse quitándolo, así lo pudo comprobar Leandro Gutiérrez. A continuación, grandes palos puso Mambrú, haciendo muy bien la suerte. Brindis al público de El Rafi. Supo ver un inicio lucido con la muleta, de lejos, desde los medios, aprovechando la prontitud del toro. No humillaba apenas el de La Quinta, pero dominó los envites del utrero el aspirante a matador nimeño. El astado tuvo comportamiento similar a su hermano, aunque mayor recorrido, medias embestidas en ocasiones. Ganas del francés, ante un oponente que escaseó en profundidad al igual que su anterior hermano. Estocada tendida y algo baja que dio rápida muerte al novillo, que también fue aplaudido en el arrastre. Ovación con saludos.
Negro meano y bragado el tercero, algo más cornilargo y de aire más expresivo. Relajadas y reposadas fueron las verónicas de Leandro Gutiérrez, rematadas con una media de gran sabor. No le costó fijarse en el caballo al de Conradi, que tomó puyazos desiguales en colocación, en los que empujó. Llegó a tomar un tercer puyazo, excesivo quizás, del varilarguero que guardaba la puerta. Requirió un brega y palos de gran exigencia debidos a la disparidad en velocidades de embestida del toro. No le perdió ojo Leandro, con sitio y ganas de hacer ante un novillo que salía descolocado, al que había que buscar. Buenas maneras del colombiano a pesar de un oponente que ofreció una lucha desconcertante hasta el final. Hizo bien la suerte pero acusó una mala colocación de la espada, notablemente tendida, tras la cual y diversos intentos de descabello, terminó por echarse y rodó apuntillado. Ovación para el coleta, palmas para el franciscano.
Novillo serio y bien hecho fue el cuarto de la tarde, zancudo de patas y negro de pelo, meano y axiblanco. Tuvo una fría agresividad en el encuentro con el capote de salida, intentando recibirlo Montero en dos ocasiones que no fueron posibles de llevar a término debido a las complicaiones que presentaba el utrero, arreón. No humillaba tampoco, y salía suelto. Mal primer puyazo al animal, que apretaba hacia tablas con la cara arriba. Algo mejor fue el segundo, pero de extensa duración. No fue del agrado del público la actuación del del castoreño, que le increpó con cánticos bien conocidos por el cancionero popular. Hace falta cabeza y piernas con este cuarto. Sigue con la cara por las nubes, emoción no falta. Inicio en el que intentó someter al animal, sacándole buenas embestidas hasta ahora no vistas en el cornúpeta. Lo fue metiendo en canasta poco a poco, ofreciéndose con ganas. Arrancó muletazos de mucho mérito y valor. Puso una primera estocada que hizo guardia. Pinchó en dos ocasiones para propinar una estocada entera y en el sitio que sirvió de pasaporte. Silencio y pitos al toro en el arrastre.
Largo, fino y terciado el quinto en suerte, para El Rafi. Verónicas al compás, de valiosos quilates, rebosando al animal, dejó el de Nimes. Peleón y bravo en el caballo, fijos los ojos en el peto. Gran quite tras el único pero largo puyazo que tomó, por verónicas, a compás de bulerías de Triana ahora; lentas, cadenciosas, con las palmas surcando el aire. Va del largo el toro, con la cara abajo, y se desplaza con tranco. Gran inicio muleta en mano, la rodilla en tierra y la mano, poderosa, baja. El francés lo lleva hilado a tela y cintura. Cadencia es la palabra. Una cadencia brava, pura, del toro y el torero. No hay quinto malo, y este en concreto es de nota. Indicios de entereza desprende Raucoule sin duda, que en breves, y acertadamente, tomará la alternativa si todo va como es debido. Gran pitón derecho del cárdeno oscuro del hierro de la “C”, algo más brusco el izquierdo quizás en la muleta de El Rafi. Corren frescas las aguas del Gard, sin duda. Ganas y maneras. Caminos que se abren. Sentidos vuelos en las telas del nimeño, así como en sus manos. Pinchó y puso una estocada entera que fue cuanto menos efectiva. Ovación cerrada al novillo en el arrastre, bravo y lucido. Hubo una notable petición que no pareció importarle al presidente, tras la cual, insatisfecha en trofeos palpables, El Rafi dio la vuelta al ruedo.
Última bala viviente de la tarde para Leandro. El cárdeno salió rebrincado en el capote del colombiano, que lo recibió consciente y sereno, con amago de susto. Primer puyazo tomado de lleno por parte del burel, tras el que salió algo más templado en las telas. De largo lo colocó en el segundo, acusando cierta irregularidad en colocación de la puya, luego rectificada. Lucidos pares de banderillas de David Adalid y gran brega de Rafael González, que fueron obligados a desmonterarse. El de Cali brindó a su pueblo, que se ahoga en las manos del mal poder. Colombia es hoy su cuerpo, enfrentado a los pitones de la suerte y el miedo. Lo alivió en los inicios. Fue ganándole la acción al toro, con relajada torería y buen concepto. Complicaba algo más la lidia por el pitón izquierdo, derrotando en ocasiones por dentro, bien esquivadas las puñaladas por el de Cali. Pasajes de luz, ligando una, y otra, y otra embestida ante un novillo que exigía oficio y así le fue propinado. No hubo suerte con el acero, con una primera estocada atravesada que decidió sacar para otorgar una media que escupió sin llegar a salirse. Ovación con saludos y palmas para el astado en mulillas.
Sin duda, la tarde deja sensaciones que quieren esperanzarse dentro del aficionado. Buen juego en líneas generales ofrecieron los utreros de la divisa cordobesa, denotando su buen momento en un gran quinto, “Recobero”, y exigentes 3º y 6º. Tras ver una tarde así, uno sólo espera que a tres noveles como los que se han dado cita en el albero leganense les salga todo como debe. Derramó sus ojos y valor Montero, su entereza Raucoule y su elegancia Leandro. Interesante tarde en líneas generales, que hubiera sido más lucida si hubiera contado con una mejor entrada. Un hierro que está en las nubes y tres toreros que quieren volar. Quiera el destino que su suerte sea llena.
Palomas grises
De vuelo sin freno,
Dios guarde sus alas,
Dios guarde su Cielo.
Incidencias: sonó el Himno Nacional al término del paseíllo. Se desmantelaron, por su labores subalternas, David Adalid y Rafael González en el sexto.