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Gran faena de Emilio de Justo sin espada y un “Estudioso” de Victorino de nota alta en Castellón

Imagen: @EmiliodeJusto

Los aceros lastran el bagaje de un mano a mano decepcionante, ayuno de rivalidad y pocas emociones

Setenta y tantos kilómetros separan Valencia de Castellón, pero el cielo sigue siendo el mismo. Ahí arriba siguen las nubes negras, amenazantes, en una rachita marcera de precipitaciones que ni los más viejos del lugar recuerdan. De la borrasca “Celia” que puso las Fallas patas arriba, a lo que se prevé en Magdalena, desconozco si le han puesto ya nombre al anticiclón de turno, que hoy medio acabó respetando pero que amenaza con descargar con fuerza a partir de mañana. Qué cruz. Plou en trellat (llueve con sentido) dicen por estos lares. Bienvenida sea el agua para el campo después de tantos meses, pero qué quimera para las empresas, toreros, cuadrillas… y para ese público santo que sigue acudiendo en masa a un espectáculo único, totalmente vigente, pero que se celebra en recintos centenarios tan hermosos como reñidos con la comodidad.

La feria arrancaba con un mano a mano. Visto lo visto y ante la ausencia total de rivalidad: ni un solo quite, ni un solo conato de “agarrón” que dirían los aztecas, bien bien se podría haber armado el cartel con una terna ante la escasez de oportunidades actual. Media plaza, poca gente si uno echa la vista atrás y rememora aquellas victorinadas de principios de siglo con los tendidos llenos hasta el reloj y grandes gestas en el ruedo. En lo artístico, la tarde no fue triunfal, ya quisiéramos contar lo contrario, con lo necesitado que anda el público de grandes emociones. Lo de mayor calado llevó la firma de Emilio de Justo, no se puede estar tan bien y matar tan mal, con el cuarto. En ese enganchón que en realidad no fue tal, Miguel Ángel Perera no pasó de la corrección. Cabría decir que anduvo tan fácil, tan sobrado con sus toros, que la gente no le acabó de echar cuentas. La corrida de Victorino Martín, bien presentada, contó con cuatro toros con opciones, pero tampoco fue de las que se quedan en la retina ni de las que pasen a formar parte del cuadro de honor de la vacada. Mención especial, eso sí, para el gran “Estudioso” que hizo tercero. Un gran toro.

Humillador y codicioso de salida el primero, que iba camino de los seis años. Toro estrecho de sienes, tocado arriba y con la seriedad que imprime la edad, desarrolló nobleza. Miguel Ángel Perera lo paró con determinación con el capote y cambió el tercio con un puyazo. La faena tubo templanza, buen trazo sobre ambas manos, especialmente al natural, pero sin llegar a unos tendidos que en ese momento estaban más preocupados de resguardarse de una lluvia que comenzaba a apretar que de jalear lo que pasaba allí abajo.

El tercero, Estudioso se llamaba, fue un toro sensacional. Por ponerle un pero, tuvo el defectito de no acabar de rebozarse de mitad de muletazo hacia adelante. Pero fue cumbre de fijeza, recorrido y duración. A placer Perera, especialmente sobre la mano derecha en labor larga y de nuevo templada. Hubo muchos muletazos, treinta, cuarenta, tampoco es cuestión de ponerse a contarlos, el toreo es emoción y no estadística. El caso es que después de todos aquellos muletazos templados, marró a espadas y saludó una ovación. A Estudioso y sus reunidas hechuras lo arrastraron sin embargo entre demasiada indiferencia. Con el quinto, más aplomado pero con opciones, hubo algún natural de buena factura de Perera. Poco más. Lo que son las cosas, a este lo mató pronto y bien cuando no había premio posible.

A Emilio de Justo le bastó un toro medio de Victorino con su puntito de casta, el que hizo cuarto, para hacer el toreo bueno. La media abelmontada del saludo capotero pue el preludio de una faena de categoría superior. Del inicio poderoso para domeñar la embestida fue capaz de pasar a la caricia, a ofrecer la bamba de la muleta sin apenas toque para componer la figura y arrancar las mayores ovaciones de la tarde. Cruzado al pitón contrario, las series se sucedieron hermosas y jaleadas, coronadas con pases de pecho a la hombrera contraria. Como el derecho fue el mejor pitón del toro, por ahí finalizó su labor desprendiéndose de la ayuda y cuajando muletazos de mucha entidad enfrontilado con el toro. Pureza y verdad en el cite para pasárselo muy cerca. Con la espada anduvo mal. No se puede torear tan bien y estar echo un pinchaúvas.

La firmeza de De Justo se impuso a las dificultades del segundo, que midió mucho, embistiendo por dentro y reponiendo. Tragó con miradas y parones, siempre bien colocado. Se puso donde había que ponerse para que el de Victorino no tuviera otra opción que la de embestir. Esfuerzo sincero y cabal, de torero comprometido. La estocada cayó baja y saludó una calurosa ovación. Cerró la tarde el Victorino de menos opciones. Deslucido y agarrado al piso, Emilio porfió con él más de lo que merecía y el personal le pidió abreviar. Otra vez mal a espadas. Urge afilar esa tizona pensando especialmente en los seis toros de Madrid.

RESEÑA

Domingo, 20 de marzo de 2022. Plaza de toros de Castellón. Primera de la feria de la Magdalena. Toros de Victorino Martín, muy bien presentados, cinqueños en su totalidad y de juego variado. Noble y con clase el 1º, complicado pero con emoción el 2º, excelente el 3º, con su punto de casta el 4º. 5º y 6º, más aplomados, fueron los de menos opciones. Miguel Ángel Perera, ovación con saludos tras aviso, palmas tras aviso y ovación con saludos; Emilio de Justo, ovación con saludos, ovación con saludos tras aviso y silencio.

Incidencias: Media plaza en tarde lluviosa y desapacible. Los dos matadores saludaron una ovación tras romperse el paseíllo. Saludaron en banderillas Juan Sierra en el primero y Curro Javier en el segundo. Ejerció de sobresaliente Enrique Martínez “Chapurra

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