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Ginés Marín corta 3 orejas en Leganés

Siempre se vuelve al primer amor, que diría nuestra Estrella. Reír y romperse son, aparentemente, los dos polos del planeta que es el ser humano. Cuando llega a alguno de esos estadios, piensa que no hay nada más que ello en su alma. Y se equivoca. Reír y romperse son igualmente necesarios. Igual que el descanso es al trabajo lo que el agua a la comida, así es el reír al romperse. Somos nuestras cicatrices, al fin y al cabo. Y qué le voy a contar yo de cicatrices a quien se viste de luces… si viven por la herida y su Gloria.

 

Tanto como cuesta romperse, abrirse en canal y vaciarse ante la muerte, cuesta esbozar una sonrisa cuando cae la noche oscura. Decía un buen amigo mío que las grandes batallas sólo las ganan los soldados cansados. Javier Cortés vuelve. Sin ver apenas por uno de sus dos ojos y con la sangre derramada fresca. Hay quien se va y no quiere volver nunca más. Y he aquí un Héroe, de inicial mayúscula, a quien poco le importa morir por su causa, con el alma, las muñecas, el percal y una sonrisa como únicas armas. Para volver a la cara del destino hecho criatura. Escribo esto de pie. Soy incapaz de contener el aplauso ante la épica de uno de esos pocos románticos, como son al fin y al cabo los toreros, que quedan sobre la faz de nuestra Tierra. Y ante otros dos héroes que hoy andarán con él bajo el acero y sobre las arenas inciertas del Toro, como son Román Collado y Ginés Marín. Dios les reparta suerte, hoy y siempre.

No quiso andarse con rodeos Javier Cortés, que se plantó de rodillas con el capote frente a la puerta de toriles. Arte y gusto en un recibo por verónicas adelanteladas al toro de su reaparición, “Infortunado”, nº175, castaño. Toro hondo y bien construido, fuerte, que se movió con brío. En su único encuentro con el peto, el toro respondió con fijeza. Fuerza y cara baja. Pasó el pareo con cuatro palos. Brindó Cortés a Carlos Bermejo, buen amigo suyo, a quien sacó a pisar la arena, sellando la dedicatoria con un fuerte abrazo. Comenzó con gusto ante un toro que a punto estuvo de sorprenderle soltando la cara. Mirando, el animal planteó problemas que fueron notablemente resueltos por el diestro madrileño, que a base de colocación y maestría pudo sentirse a gusto con un toro que no fue fácil. Según la faena alcanzó las cercanías, fue tomando vuelos mayores, crecientemente lucidos en las proximidades del epílogo. No se dejó ganar la pelea Cortés. Otorgó una estocada de no muy buena colocación, pero que sirvió de sobra. Ovación con saludos.

Con garbo y sabor le soltó un ramillete de verónicas Román al segundo de la tarde, toro igualmente castaño, fino y despegado del suelo, armonioso, que se movió bien en las telas del valenciano. Intentó éste llevarlo al caballo por chicuelinas al paso, lo que no fue posible debido a su acometividad en el peto, tomando un buen puyazo. Quite ajustado y lucido. Medía el astado en banderillas, arrancándose con arreones a veces, y pasó igualmente con cuatro palos. Brindis de Román al público, e inicio por estatuarios y un pase por la espalda rematado con dos buenos pases de pecho. Algo parado respondió en la segunda serie, aunque supo verlo el diestro, que lo pudo ligar con cadenciosos trazos en los que el animal respondió mejor. Fue dominando las embestidas del burel, con un susto a causa de un tropiezo en el que quedó a su merced, sin consecuencias. Se engalló Román con él, y qué bien lo hizo. Firme, tragando ante la duda periódica del animal, dejó pasajes en los que brilló y expuso a partes iguales, demostrando valentía y técnica, arrimándose. Firme. El epílogo fue de ceñidas manoletinas, que gustaron en los tendidos. Muy mal colocó en primera ocasión el acero, que hizo guardia saliéndose notablemente por el costado del toro. Bien le metió la mano en el segundo intento, con la dificultad que le planteaba el bravo al estar completamente parado. Ovación con saludos.

 

Hondo, de mayor badana pero menor remate córneo fue el tercer toro de la tarde, castaño, que salió suelto y algo parado, hasta que Ginés Marín salió a buscarlo. Sin turbarse realizó el extremeño el saludo capotero, ante la incertidumbre que transmitía el morlaco. Lo colocó con luces en el caballo montado por su padre, en el cual no dio mucha pelea. Seguidamente, le realizó un bonito y variado quite, relajado y torero. Gran tercio de banderillas de Rafael Viotti, que se desmonteró tras poner dos palos. Brindó a Pepe Moya, agradecido. Comenzando de rodillas, se lo pasó cerca y viniéndose de lejos. Ligó encajándose y sometiendo al toro, aun postrado en la arena, de manera lucidísima. Aprovechando las ahora desarrollada virtudes de su oponente, Ginés Marín aprovechó su prontitud y humillada embestida. No se dolió el diestro ante el punto algo rajado del animal a final de muletazo, aprovechando lo que tenía. Grandes momentos con la mano izquierda, barriendo los desiertos a mano baja, cortando los aires con la tela, despacio, trayéndoselo a su terreno. Supo lucirse incluso en los puntos desentendidos del animal con la muleta. Finalizó con bernadinas con la espada montada. Despacio igualmente enterró la espada, que por lo contrario, propinó rápidamente. Dos orejas pedidas a plena plaza. Aplaudido fue este toro en el arrastre.

 

Negro bragado y meano algo salpicado, acodado de pitones, serio, fue el cuarto cuatreño de la tarde. Javier Cortés condujo con buenos haceres la embestida del toro con la esclavina. Se arrancó el toro, algo suelto, al caballo que guardaba la puerta, tomando de su vara un puyazo. Por chicuelinas lo quitó, intentando lucirse en medio de la falta de transmisión del hasta ahora desordenado burel. Mérito de la cuadrilla en el tercio de banderillas, ante pitones que apretaban y hacían hilo tras cada pareo. Brindó al público el de Madrid. De largo se lo trajo en el inicio, ordenando sus acometidas. No era fácil de meter en canasta, pero no por ello perdieron en despaciosidad las muñecas de Cortés, que poco a poco lo fue consiguiendo. Siguió el toro falto de transmisión y casta, desigual en su embestir. Poderosa fragilidad del diestro, quien se creció en la adversidad. Buenas series arrancó cantándole con la mano izquierda, consiguiendo estructurar lo desordenado en fogonazos de habilidad. Estoqueó de forma algo perpendicular, que mató rápidamente. Ovación con saludos.

 

Bien armado el quinto, castaño oscuro, pitones apuntando a los cielos. Embistió de manera algo fría en el capote de Román en el recibo, que luego pudo entregarlo un poco más en la colocación en el caballo. Puyazo en el que cumplió, dando paso a un tercio de banderillas de mérito, lucido en brega y pares, ante un toro que apretaba hacia adentro. Obligó el público a “Lipi” a desmonterarse. Brindó el diestro valenciano a Manuel Bajo García, ganadero de Las Monjas. Buscó someterlo, ganando terreno Román al franciscano en los inicios. En los mismos medios, prosiguió con su obra, alumbrándose con las acometidas de buen recorrido del toro. Firme venía y firme siguió con él, aprovechando prontitud y casta del animal, de buen tranco. Arrastrando la panza de la muleta, mostró gran lucidez con el de los marfiles, así como su capacidad. Luquecinas como broche a una faena de atisbable madurez del de Valencia. Sonó un aviso antes del último capítulo de la faena. Deficiente fue, sin embargo, la colocación de la espada en el tercio de muerte, perpendicular y algo caída, debido a la pérdida de manos que acusó en el cite muletero invocando la muerte del burel. Sirvió para que el toro se echase, a pesar de ser levantado en dos ocasiones por los capotes subalternos, tras lo que finalmente hizo muerte. Ovación con saludos.

Castaño, musculoso, bien comido y rematado era el último de la tarde. Dispar fue en el recibo capotero, antes de irse fijo al peto, en el que respondió con bravura en el puyazo que le fue impuesto. Realizó Ginés Marín un quite por verónicas ante el que el toro acometió en dos tiempos principalmente, haciendo imposible ganar la acción. Se protestó la falta de un segundo puyazo, para luego ovacionar a Francisco Ponz, “Puchano” en su labor como varilarguero. Gran tercio de palos, en el que se desmonteró Antonio Manuel Punta. Dedicó al público la consiguiente faena. Comenzó poderosísimo y muy despacio Ginés Marín con el cornúpeta, sometiéndolo genuflexo por abajo. El toro se quiere comer la muleta, y el torero extremeño lo sabe de sobra, sacándole todo. Transmitiendo toro y torero, buen recorrido tenía el devenir de la roja tela sobre la arena y entre los pitones. Le pidió clase y entrega al toro, que, a pesar de sus buenas intenciones, a veces se desfondaba en sus acometidas.  Lo buscó de cerca ante su fatiga Marín, para luego colocarle una estocada que hizo guardia. De una sola tirada descabelló. No vio la guardia de la espada el público, que pidió la oreja, que fue otorgada.

 

Buena tarde de toros dejaron toros y toreros, destacables 3º y 6º toro, ovacionados ambos en el arrastre. Brilló Marín, quedando como indiscutible triunfador de la tarde, que llenó su esportón con tres orejas. También lo hizo Román, que demostró buen poso y madurez ante dos toros exigentes, a pesar de sus fallos con la espada, y Javier Cortés, en determinados pasajes en las faenas a sus dos toros, los dos de menores opciones, sin duda. Mejor entrada que ayer registraron los tendidos, lo que ensalzó en mayor medida el ambiente del festejo. Buena corrida del Parralejo, con muchas opciones a pesar de 1º y 4º, más complejos. Se va abriendo paso el hierro de D. Rafael Molina en el escalafón superior, tras demostrar tantos años su gran sitio como una de las ganaderías predominantes entre los carteles novilleriles.

 

No pudo ser para Cortés, no como esperaba al menos. De todas formas, demostró que el grave percance no ha sido más que un desafortunado punto y seguido que le ha hecho crecer como torero y persona. No contó con excesivo apoyo en los tendidos, pero estoy seguro de que el buen aficionado no lo olvida y menos lo perderá de vista. Dos grandes faenas de Ginés Marín sirvieron como puñetazo en la mesa , un “aquí estoy yo” de buena importancia. Gran dimensión, que también mostró Román, firme, firme, firme a más no poder. Positivas sensaciones deja la tarde en el alma de quien la acompañó con sus ojos. Y me surge una letrilla:

La tarde se torna suspiro,

El vuelo del aire es el agua,

Que moja los cinco sentidos,

Que rebosa de arte las almas.

 

RESEÑA
8 de Mayo de 2021. Plaza de Toros de Leganés. 6 Toros 6, de El ParralejoJavier Cortés, ovación con saludos en ambos; Román, ovación con saludos en su lote y, Ginés Marín, dos orejas y oreja.

Incidencias: se guardó un minuto de silencio en memoria de José Moya, ganadero del Parralejo. Posteriormente, sonó el Himno Nacional. Ovación cerrada, plaza en pie, a un emocionado Javier Cortés, debido a su vuelta a los ruedos tras la grave cornada que sufrió en Las Ventas en septiembre del año 2019. La saludó montera en mano.

Ricardo Pineda

 

 

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