spot_img
spot_img

Sevilla: En casa del herrero, cuchara de palo

Cuando falta, sobra; cuando sobra, falta. Inamovible tal y como se plantea dicha adversidad se personó un torrente constante que manaba de chiqueros, que no terminó de encontrar en el redondel final afín más que en los compases de una sola faena que no pudo hacer la tarde. En casa del herrero, cuchara de palo.

Con los morros bajos, entre mecidas sin pena ni gloria, pasó el quinto por la capa de Álvaro Lorenzo, al menos adivinando dichas buenas maneras. Un tanto mal dosificado fue el tercio de varas por engancharse la puya en el segundo encuentro, pero sin mayor consecuencia gracias a la buena lidia posterior, acordes los garapullos en suerte y colocación. Brindis al público, había que despertar. Genuflexo lo comenzó Lorenzo a mostrar, elegantemente celosas las embestidas, sendas y extensas por abajo, rebosadas en vueltas. Reincidía en la franela siempre que a ella se le llamaba, y el espada toledano le supo andar para llegar a los tendidos y construir una faena con puntos álgidos que sirvió para levantar la tarde. Dichos momentos los alcanzó por bajarle la mano, arrastrarla todo lo que se podía arropado en ese viento y exigirle de nuevo, labrando tandas que levantaron las palmas en los tendidos. Tocó el momento de cerrar estoque en mano, y… se clavó caído. Perpendicular, también. Hizo muerte, no obstante, y a pesar, le asomaron los pañuelos y la petición fue atendida sorpresivamente en menos de un pestañeo. Oreja, y ovación en el arrastre para otro buen toro de Santiago Domecq.

Negro axiblanco bragao, más escurrido de atrás que su anterior hermano sin dejar de ser hondo de pechos, remató estrepitoso en burladeros al salir el segundo de la tarde, al que Álvaro Lorenzo no pudo ordenar en su percal en el recibo. En el caballo el de los marfiles quiso pero se encontró acorralado en el primer puyazo, para luego pasar discreto en segundo lugar. El quite de Cadaval a la verónica lo sucedió, conciso y bien hecho. De cal y arena fue el tercio de rehiletes, con desorden en unas y muy buen hacer en otras, será por ello que terminó por forzarse el saludo montera en mano de Raúl Ruiz y José Antonio Prestel. Tocaba sacar la pañosa. Lorenzo le bajó la mano, a lo que el del hierro de la ‘D’ coronada respondía, asomando el hocico, pero sin tener mucha salida en su embestir, más bien escueto y falto de casta. Tras intentarlo por dicha vía, quiso apoyarse en el recurso, el cual no respondió, y también tardó algo más de la cuenta en tomar la espada, si bien lo que devenía no decía gran cosa. Una buena estocada le propinó al de Santiago Domecq pronta muerte. Leves palmas y la salida de Lorenzo precipitaron una ovación que apenas llegó a la media voz, pero que el diestro saludó igualmente.

Bajo, hondo, cuajado sin ser descarado hizo acto de presencia el bello salinero primero en suerte. Aunque tardó en querer, cuando tomó el capote de José Garrido, éste le ramilleteó por verónicas de buen calado tanto en aire como encaje, repitiendo el astado. Lo galleó por chicuelinas, pronto al cite, camino al caballo, tomando bravo la primera vara, para posteriormente encelarse debidamente en un breve quite por delantales del diestro extremeño, al que siguió un fugaz picotazo. Quitó tras ello ahora Álvaro Lorenzo, dejando constancia en sus verónicas de la buena condición del burel, que embestía largo y humillado. Mantuvo dicho carácter en banderillas, donde incluso se prestaba a las luces. Turno de la muleta. Brindó Garrido al público. Tras un inicio próximo a tablas, no terminaba de encontrarle el sitio entre inoportunos destapes ventoleros. Discurrieron par de series sin mayor decir, a lo que pareció que en su franela podía quizás hacerle faena a un animal ciertamente venido a peor a causa de los últimos compases. Fue la cosa de lances sueltos más que nada, pero se extendió más de la cuenta y deslució algo que podría haber sido y se fue sin más, tras una estocada tendida un punto caída y un descabello fallido, tras el que quiso asomar la guadaña tras absurda dilación de puntilla. Ovación con saludos.

Un tanto le pesó el nombre a este ‘Zahareño’ de Santiago Domecq, de la reata de aquel recordado ejemplar del mismo hierro lidiado en Las Ventas en 2019. Sin llegar a esbozar una frase pasó por el capote, y al caballo acudió más bien ausente y mecánico, nada que ver con el animal que se podía esperar con tal bautizo. Si en banderillas algo al menos se movía, fue llegar a la muleta de José Garrido y acortar caminos el animal, que respondía humillado pero en viajes muy cortos, un tanto bruscos, sólo si se le citaba a pocos palmos de distancia. El extremeño se echó encima de nuevo y aquí algo mejor le salió, estructurando dos series que algo de luz entrevieron en una tarde vacía en faena hasta el momento. De nuevo, pecó de no saber retirarse a tiempo, y perdió la conexión con los tendidos que logró con esas tandas, incluso escuchando pitos y hasta un aviso. Un pinchazo hondo agarrado y un descabello cerraron la oración. Otra ovación con saludos, más bien sistemática.

Bajo de techos, de complexión sevillana en hechuras se introdujo el colorado tercero, al que Alfonso Cadaval quiso hacerle bien las cosas con la esclavina y las palmas de las manos a baja altura, respondiendo reiteradamente los envites que pudo ir recogiendo. En el caballo, quizá mayor distancia nos hubiera brindado un tercio lucido, porque el de las pieles rojas quería, pero no se le dejó, pasando discreto por el peto, así como posteriormente por banderillas, dejando constancia sin embargo de la prontitud y la alegría que caracterizaban su acudir al cite. Brindis de Alfonso Cadaval a Miguel Báez ‘Litri’, que se encontraba en tendido bajo de sombra. Lo dicho, el toro se arrancaba a galope y metros, pero… eso. El pero. No lo reunió ni metió en debida vereda Cadaval, que poco más que repetirlo en su franela pudo hacer, sin más que verlo pasar pues no había mando al timón, que no era precisamente ligero, tampoco orden ni estructura. Quiso, que de eso no falte, pero no pudo. La bravura no es fácil, y la ansiada ‘adversidad’ terminó por vencer. Estocada muy tendida y otra un tanto más tardona de efecto. Palmas al toro en el arrastre, silencio para el lidiador.

Burraco salpicado de capa, recto de lomos, de remate discreto en las sienes, fue el que cerró tarde. Alfonso Cadaval repitió buenas maneras en el capote, de nuevo a la verónica. Un tanto peculiar fue su acometer en jurisdicción del varilarguero, rebrincado digamos. Pragmatismo en palos, brindó a posteriori Cadaval a los tendidos. Comenzó su intento de faenar pero anduvo al desarme desde los inicios, sin mayor prestación por delante, más que distraídos los allí presentes, sin mucha intención de colaborar el astado. Tras varias intentonas fallidas de abrir camino, Cadaval se fue a por el acero, para colocarlo a algo menos de la mitad, vencido el burel con éste sin embargo. Silencio.

Porque más bien parece que Murphy redactó su ley pensando en esto del toro, hoy, justo cuando no hubo más mando en el timón que el de Álvaro Lorenzo, salieron lotes soñados que amontonaron orejas en el desolladero. Si el domingo faltaban toros para los toreros que había, hoy pasó al revés. Si sigue reinando el despropósito en la confección de carteles, esta será una tónica constante temporada tras temporada. Constante ha sido, igualmente, el juego de los de Santiago Domecq, que un año más han dejado uno de los serios candidatos a encierro de la Feria. Que no haya peleas por pedirse a los de esta divisa tal y como salen y más en una Plaza como la de la Maestranza, es si no completamente absurdo, hasta incomprensible. Los de la “D” coronada piden primera línea a gritos. Y Sevilla pide agua, que si no en los Cielos celestes, al menos, vistiendo en justa medida los bajos de los estribos. Menos mal que esto acaba de comenzar.

 

RESEÑA

hierro santiago domecq

Plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla España. Feria de Abril. Media entrada. Toros de Santiago Domecq, muy buen encierro, destacando hasta tres ejemplares, en orden de lucimiento (5º,3º,1º), uno con matices (4º) y dos algo faltos de casta (2º) y fijeza (6º).

José Garrido (de marfil y oro), ovación con saludos y ovación con saludos tras aviso.

Álvaro Lorenzo (de gris perla y oro), ovación con saludos y oreja.

Alfonso Cadaval (de verde esmeralda y oro), silencio y silencio.

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

RELACIONADO

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img