Imágenes de la ganadería de El Parralejo
Como ganadero, Pepe Moya debutó esta primavera a título póstumo en Sevilla y poco después en Madrid, las dos capitales del toreo, y lo hizo con éxitos relevantes. Los resultados nos sitúan frente a una gran ganadería.
Todo sigue su curso en Monte San Miguel, la finca de Aracena que hace unos años compró Pepe Moya a los González Sánchez-Dalp. Las personas pasan y quedan sus obras, algunas de huella muy profunda. La herencia de cómo andar por la vida es optativa y yo creo que sus hijos la han recogido. Javier, junto a sus hermanos, ha ocupado el lugar de su padre en el campo, y departe con Rafael Molina, manos derecha e izquierda de la casa en este enigma de criar toros y de que embistan de vez en cuando.
La trastienda de esa corrida de Sevilla tuvo su miga. Al desenfundar los toros y coincidiendo con un cambio de tiempo, los animales empezaron a pegarse brutalmente. De nueve ejemplares que había preparados sólo pudieron embarcarse tres. «De los lesionados -cuenta Rafael- uno no ha sobrevivido, cuatro siguen muy lesionados y sólo uno se ha recuperado plenamente. No es infrecuente que los toros se peguen, pero lo que no es normal es que lo haga tanta cantidad de animales». Cuando llegaron al cercado y vieron todos esos toros sin poderse ni levantar del suelo un par de días antes de la corrida, hubo que tomar una decisión rápida.
«Nunca pensamos -aclara Javier- en decirle a la Empresa que no podíamos lidiar, sino en buscar una solución. Por supuesto le informamos de lo que había sucedido y procedimos a recomponer la corrida de la mejor manera posible, sacando un toro de aquí, dos de allí, otro de más allá… No fue fácil porque Sevilla no es un pueblo y no vale cualquier toro, pero había que asumir el riesgo y el resultado final, con sus matices, entendemos que fue bastante satisfactorio, también porque Daniel Luque tuvo una actuación extraordinaria. Avisamos al equipo gubernativo para que viniese, porque no era de recibo presentarse allí con toros que ellos no habían visto. Al final, de los toros que teníamos preparados en principio sólo se lidiaron el primero de Perera y el último de Luque».
Fueron, por cierto, los dos mejores toros (también valió mucho el cuarto) de una corrida muy entretenida, con movilidad, fuerte, que mantuvo la atención del espectador. «Es verdad -explica Rafael- que fue más de público que de torero, al contrario de la de Madrid, pero también es cierto que a Madrid llevamos la corrida que quisimos y a Sevilla fue imposible. Yo creo que en eso se explica esa diferencia entre una y otra, aparte evidentemente de que no hay dos corridas iguales. La ganadería se mueve más en la línea de la de San Isidro, aunque es importante que haya cierta variedad en la vacada. Creemos que la hace más atractiva».
MAÑANA, UN POQUITO MÁS TEMPRANO
Después de todos los avatares, recibir la noticia del premio «fue una sorpresa gratísima aunque yo no la hubiera votado», reconoce Javier entre risas pero hablando muy en serio, y por eso entiende la polémica que ha habido y, en cualquier caso, esto les sirve de acicate para hacer lo que decía su padre después de cada triunfo empresarial: «Mañana, un poquito más temprano».
Y más temprano, se levantaron al día siguiente para darle el repaso diario a toda la camada, incluida por supuesto la corrida de Madrid, que a la postre resultó excelente. Rafael la resume así:
«El sexto toro no era el más bonito pero lo incluimos porque confiábamos muchísimo en él, y al final fue el que más nos gustó. Tuvo clase, profundidad, una entrega enorme. Se ralentizaba embistiendo. El primer toro también fue muy bueno, si bien al ser el primero de la tarde, lució menos. El quinto fue un toro fácil que sacó muy buen fondo, y con el que estuvo muy bien Álvaro Lorenzo. El segundo nos lo echaron para atrás y fue una pena, porque apuntaba cosas muy buenas, y el cuarto tuvo nobleza pero se paró enseguida. La decepción fue el toro que hirió a Ginés Marín, porque teníamos puestas muchas esperanzas en él y fue bastante malo».
Siguiendo con los matices de las embestidas, Rafael comenta que para ellos, el ideal de embestida se acerca a ese sexto toro de Madrid, «con esa verdad y esa enjundia a la hora de meter la cara, de emplearse», si bien comprende que para el público «toros como el primero de Miguel Ángel Perera o el último de Daniel Luque en Sevilla, por su forma de moverse y de transmitir», también son necesarios. «Tener una ganadería abierta -concluye- también consiste en eso, en compaginar diferentes tipos de embestida que propicien distintos modos de torear».
El camino sigue y estos dos triunfos no trastoca la estrategia. «Hay un plan previsto para la ganadería que trazaron Rafael y mi padre -aclara Javier- y lo seguimos salgan las cosas mejor o peor. Ricardo Gallardo dice que ni cuando echamos una corrida buena somos tan buenos, ni cuando la echamos mala, somos tan malos. A nivel estructural no hemos de cambiar nada. A disfrutarlo y saborearlo como lo hubiera hecho mi padre, y a ponerse manos a la obra al día siguiente».
El próximo territorio a conquistar es el francés. En unos días lidiarán en Nìmes, y en verano irán a la Feria de Dax. Además queda otra corrida de toros muy bonita sin vender, aparte de algún toro suelto para algún festejo en concreto. En ese número de festejos se va a mover El Parralejo en los próximos años, sin pensamiento de aumentar el número de vacas de vientre, y en consecuencia, de corridas de toros y novilladas.
El mercado del toro de lidia es muy particular. Están las ganaderías que demanda cierto sector de la afición, el torismo; y en la otra orilla, las que reclaman las figuras del toreo. Pero hay un tipo de vacada a la que no le hacen ascos ni los aficionados al toro encastado ni las figuras del toreo. Tiene una parte buena, y es el hecho de ser aceptada por todo el mundo, y una parte mala, que es la de no ser exigida por ninguna de las partes. ¿Es ése el lugar actual de El Parralejo? «Nosotros -comentan- casi no estamos en ningún sitio porque estamos emergiendo, empezando con corridas de toros. La ganadería puede estar definida en nuestra cabeza, pero no todavía en la de los toreros o el público. No ha habido tiempo para esa maduración de la que te hablo, con respecto a terceras personas, pero ya va habiendo toreros que se apuntan sin ningún problema a la corrida de El Parralejo. Em cualquier caso, lo bonito es estar ahí, tanto para la empresa, para el público y para los toreros, con las oscilaciones lógicas de cualquier ganadería».
LO QUE ENSEÑAN LOS PADRES
Las vacas de vientre de la ganadería están en la finca ‘El Parralejo’ y los toros en ‘Monte San Miguel’. La respuesta de ello es meramente operativa, pues eso permite que el personal de cada finca dedique una atención exclusiva a casa sector de la ganadería, ya sean las hembras, con las que se experimentan además «montas dirigidas y trasplante de embriones» o los machos.
Obviamente, los costes son mayores «pero el sacrificio merece la pena para conseguir el toro que buscamos», aclaran. En Monte San Miguel, con un suelo excepcional, la hierba inunda los cercados, lo cual es magnífico pero obliga a tener cuidado y que los toros no coman un exceso de verde y dejen a un lado el pienso de remate, imprescindible para sus prestaciones finales, sobre todo en lo que se refiere a superar las exigencias en los reconocimientos veterinarios.
Al hilo de ello, Rafael Molina piensa que se está reclamando un desarrollo muscular y un volumen cárnico que es antinatural para el toro de lidia. «Hay una gran contradicción -explica Rafael Molina- entre las prestaciones que se le exigen a un toro a la hora de embestir, y la complexión morfológica que demandan los reconocimientos veterinarios. Y además, aunque el reglamento permita un toro de 465 kilos en plazas de primera, si no tiene 520 kilos no se aprueba, y te obligan a meterle a un toro 50 ó 60 kilos más de los que marca la ley. Y además es que es absurdo, porque para un toro de media tonelada de peso, 50 kilos suponen el 10% del total. Es como si a una persona de 80 kilos le dicen que no puede bajar a 72 para desarrollar una actividad física. Yo creo que hay que concienciar a todos para intentar bajar el volumen del toro. Sin ir más lejos, el cuarto toro de Madrid del otro día acusó precisamente ese exceso de peso, mientras que el primero de la tarde tuvo un peso más reducido y fíjate las prestaciones que ofreció».
La charla acaba aquí, y volvemos por última vez a mirar la sombra de los padres, lo que hubieran hecho, lo que hubieran dicho, lo que enseñaron antes de marcharse. De Pepe Moya ya hemos hablado, de ese hombre con mil ideas en la cabeza «que era pasión pura y exigencia pura», dice Javier. Pero Rafael echó los dientes en una ganadería brava, la de su padre Javier Molina, que le inculcó muchas cosas que se resumen en una sola: «el amor por el toro bravo».
Suerte en el camino.