spot_img
spot_img

El Juego de la Oca

Que si carne, pescado, o lechugas. A día de hoy hay de todo, y bienvenido y bendito sea en la viña del Señor, al menos para quien tiene algo que llevarse a la boca. También los hay muertos de hambre, aunque la sequía, que no la sed, impera sobre el hambre en estos tiempos
El saber nunca sacia, y el creerse suficientemente nutrido es, volviendo a Platón, el no tener ni puta idea, aun sin saber ese hecho. Igual que hay, por desgracia, más McDonald’s en el mundo que restaurantes con Estrella Michelín, en el saber, y ya sin haber de por medio cuestiones de bolsillo, se impone la fast-food sobre el entrante, plato principal, postre, copa y puro. Y es que nos mata la prisa.
Las ideologías son así. Siempre es más barato, más cómodo, más rápido y menos sacrificado el escoger un compendio ya montado dentro de un menú de ideas precocinadas, que ponerse a hacer un arroz o una tarta de queso para apañar una comida sin complicaciones, pasando de técnica, materia prima o pensares. No es por ser pedante, ¿quién no se ha comido un Big Mac nunca?
El problema se halla en el plantear la política como el saciar un apetito rápido y mal, más allá de alimentarse como Dios manda por pereza. Las ideologías vienen de fábrica, manufacturadas por manos que no vemos, aunque se vendan también bajo siglas, banderas o colores, los de los partidos, que los portan como quien juega 90 minutos en el césped. Y por desgracia, el Homo Sapiens Sapiens del ya siglo XXI, se ha acostumbrado a comerse lo que se le pone encima de su mesa sin preguntar qué lleva, más allá de crecer sus propias habichuelas.
De ministerio en ministerio y tiro porque me toca, hablábamos hace poco de Iceta y ahora viene Garzón cacerola en mano. Salió el otro día publicada en The Guardian una entrevista a él, en la que, según sus palabras, alababa a la ganadería extensiva, aunque muchos entendieron lo publicado como un ataque a la ganadería nacional para el ensalzamiento del producto que viene de fuera, más industrializado, pero también más barato. Por la extensión del asunto, y de los tejemanejes que suponen las declaraciones de un político, no es tema para abarcar al completo en una editorial. Sin embargo, dejó claro por motivos varios, tras pronunciarse en diversas ocasiones al respecto posterior a la publicación de la entrevista, que el modelo a promulgar no es otro que el de la ganadería extensiva, ya que el modelo de macrogranja supone un impacto negativo en muchos territorios en lo ecológico y además un maltrato al animal.
No creo que el ministro de Consumo haya visitado una ganadería de toros de lidia ni aquí, ni en Francia, México, Colombia, Portugal o Venezuela, entre otros. Pero el razonamiento lógico no es muy complicado: se trata del ejemplo más claro de ganadería extensiva, junto con la cría de cerdos ibéricos, que existe, probablemente, sobre la faz de la Tierra. Si es que hay que promulgarla, ¿dónde estaba usted, señor Garzón, en 2020 y 2021 (ya siendo ministro), cuando miles de cabeza de ganado pusieron rumbo al matadero a cambio de dos duros? ¿Dónde estaba usted cuando los ganaderos de bravo se vieron, y se siguen viendo, en números rojos y sin apenas subvención pública? Está muy bien eso de tomar medidas al respecto, pero ¿cuáles? Porque quienes crían al toro, dueño de los campos de nuestro país, se están muriendo de hambre. Y con ellos, sus animales.
De entre tanto ministerio, ni uno solo se preocupó por el de los marfiles, pero todos dicen ser muy eco-friendly,  para que no les quiten el cubilete con los dados antes de llegar a la meta. Pf. Y no es por hablar de política, que ahí entran gustos y prioridades. Es por hablar de hechos, injusticias, más concretamente. Es por no quedarnos callados. Que un Big Mac entra de vez en cuando, no se lo niego. Pero aquí somos más de chuletón al punto. Coman, pero dejen comer.
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img

RELACIONADO

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img