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El Fandi, como en casa, y el compromiso de Luque triunfan en Latacunga

El granadino se reencontró con el público que tanto le admira y el sevillano no se aburrió pese a sortear un lote exigente; Ferrera, sin suerte

Las redes explotaron con el indulto de Latacunga. La fiesta en América es distinta, no se puede medir con la vara de medir de aquí. Hoy es un espejismo de la pasión que encarnó en otras épocas. Los aficionados ecuatorianos sueñan con reverdecer aquellos laureles a base de gloria para sus toros. Las dos corridas de Huagrahuasi y Triana que hemos visto por televisión han estado bien presentadas, por encima de lo habitual en esta feria con la dignidad para que lo viéramos desde Europa sin escandalizarnos.

Un sol reluciente contrastaba con la negrura del día anterior en el que jarreó. Recuerdo el dicho que me dijeron los quiteños cuando estuve por allí: en un día se dan las cuatro estaciones del año. Esta mañana tocaba primavera aunque terminó lloviendo a mares.

El reencuentro de El Fandi con su fiel público se materializó en un comprometido saludo, con una larga cambiada pegado a tablas y un ligado saludo. Muy vistosas fueron las airosas lopecinas, las chicuelinas y la buena revolera. De los tres pares, el primero resultó el más ortodoxo. El segundo, corriendo hacia atrás y el tercero al violín. Tras brindar la labor al público, comenzó demostrando que está al mismo nivel que cuando terminó la temporada. Le funcionó la cabeza, desde los muletazos de rodillas, el molinete, el martinete… Todo para la galería y, al mismo tiempo, adecuado para motivar al toro a embestir. Resultó un noble colaborador pero le faltó emoción para llegar a los tendidos. El granadino no se aburrió en ningún momento, le buscó las vueltas, agradó al público. Finalizó con un circular de rodillas. Sólo la falta de contundencia estoqueadora se interpuso al triunfo mayor. Cortaría una oreja.

Cuando los pitones asomaban por el toril, rompió a diluviar sobre la plaza de toros de Latacunga. Durante la lidia fue aminorando. El toro no se empleó de salida pero pareció mejorar su condición como la meteorología en el quite por chicuelinas del granadino rematado con una preciosa serpentina. Le cortó en el primer encuentro, le hizo un extraño en el segundo par y le permitió disfrutar en el tercero: de dentro a fuera. Fandi se impuso a media altura en el inicio, abriéndole el camino. Exigiéndole pero al mismo tiempo llevándolo largo para enseñarle a pasar. Buscó excusas, sin humillación real y con una huída continuada. Fandi no se aburrió, lo intentó en todos los terrenos, sin acosarlo, tratando de buscar el espectáculo. La gran estocada le permitió cortar dos orejas.

El mismo premio lograría Daniel Luque con el que cerró la mañana, un toro estrecho de sienes, muy en el tipo de la ganadería. El sevillano manejó las telas con las prodigiosidad habitual de sus muñecas. Qué manera de bambolear el percal pese al peso incrementado por el agua, por el barro. Como sus compañeros, brindó la faena a la afición que resiste en el Ecuador. Empezó la faena con muy buen son, con gran compás. Poco duró la calidad del toro que se puso bruscote. Luque no se cansó de ahondar en las virtudes apuntadas pese a los feos derrotes del final del muletazo, pese a la informalidad de la embestida. Se impuso y triunfó. Concluyó con sus ya clásicas luquesinas. Le valió el medio toro para conseguir ese doble trofeo.

No fue fácil el primer toro del lote de Daniel Luque, probón desde los primeros compases. El sevillano le tragó mucho, sin importarle miradas a destiempo y secas embestidas. Poco a poco le fue convenciendo hasta hacerlo romper. Por el izquierdo, le ofreció su muleta dándole media distancia consiguiendo que pasara aunque no terminara de humillar. Con la muleta detrás de la cadera, sin perder la verticalidad, ganándole la cara, consiguió sacarle partido al correoso toro.

Antonio Ferrera pechó con un primero sin excesivo recorrido pero con emotividad. No se entendieron en el capote. Lo pudo en la muleta, en una faena de más recursos, todo por fuera, que estética. Más caja tuvo el cuarto aunque escasa cara. Ferrera estuvo dispuesto con el capote, ganándole la cara, yéndose detrás de los capotazos. La media tuvo su sello. Dirigió la lidia, como suele hacer: llevó y sacó al grandote toro del caballo. Empezó la faena agarrado a las tablas, bella estampa antigua. Muy centrado se mostró con este toro, llevando al toro largo en las primeras tandas. El toro se venía con alegría de lejos aunque después se ralentizaba en las telas. Le faltaron finales, Ferrera se acopló con profesionalidad a la embestida irregular del toro. La madura faena fue brindada al público.

RESEÑA

Sábado 27 de noviembre de 2021. Plaza de toros San Isidro Labrador de Latacunga (Ecuador). Toros de Huagraguasi y de Triana, nobles aunque faltos de entrega en líneas generales
Antonio Ferrera, de celeste y oro. Silencio y palmas.
David Fandila ‘El Fandi’, de sangre de toro y oro. Oreja y dos orejas.
Daniel Luque, de azul marino y oro. Silencio y dos orejas.

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