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Dolor

Hay quien quiere negarte. Pero esconderse es de cobardes. Sin sombra no hay luz, que ya está escrito mil veces. El dolor vive en cada uno de nosotros, en el cuerpo o en la mente. ¿Qué les digo que no sepan? 

Las verdades no son más verdades por repetirlas, pero la nada se crece en el olvido, y con ella la mentira. Maldita sea ella, la que nos flagela y corrompe, la que vende almas a pedazos, al primer postor que se le presenta. La que nos quita los pies de la Tierra.

Hoy se recogen firmas para detener sacrificios animales. Se derraman lágrimas huecas, siempre dolió menos que llorar cristales. Si no, que le pregunten al cocodrilo, suponiendo que les responda. Se presume de perseguir el bien, mientras que el bien no entiende de medias tintas (a lo que nadie desenfunda la pluma), y no es ni mucho menos subjetivo. Tampoco son subjetivos el hambre o las guerras, que duelen sin pedir permiso.

Mientras el tercer mundo se ahoga en el silencio de los medios y las redes, otros prefieren reivindicar propósitos incoherentes, no solo con su estilo de vida, sino con su naturaleza humana. Hoy, se llora antes al toro en la plaza, al cerdo en el matadero, o a cualquier otro animal que luego se sirve en la mesa sin lágrima que valga, por encima de hombres, mujeres y niños que mueren cada día. Vivimos saciados de mirar hacia otro lado. Y no hay que irse al tercer mundo para darse de bruces con la ignominia a la dignidad humana. Aquí, hoy, la tasa de suicidios está disparada, y las calles no se visten de manifestación para hacer nada al respecto.

Siempre fue más fácil luchar por voces que nunca terminan por encontrarse, ya que las que hablan libremente no entienden de individualismos cuando toca repartirnos los dolores. Nos las damos de modernos, y aún imperan guillotina y déspotas, que promulgan el “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Cancelación, censura y maltrato a lo coherente. Y ni tan siquiera hallamos una Ilustración que los respalde. Es la revolución silenciosa de las gomas de borrar. Pero siempre quedan letras escritas y sobre todo, por escribir.

Vivir duele. Qué les voy a decir que no sepan al respecto. También duele más vivir así. Si necesitan un consejo, sepan que nunca es tarde para encontrar ayuda. Que se puede, siempre se puede. Decía una letrilla que hay que caminar sobre el infierno para ganarse el Cielo. Luchemos, pues. Siempre será mejor vivir doliendo que morir callando.

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