Quien quiere la Corona, hace la guerra por ella. Hoy tocó luchar con armas de plata.
El público se va a la cama satisfecho, y Sevilla se acuesta con un dulce bajo la almohada. A Luque en gusto y opinión se le puede discutir, pero no en el ruedo. No acepta el «no» por respuesta. Quiere la corona, y al menos hoy va a dormir con ella puesta. Gobierna lo ingobernable, no se le escapa uno.
Sentimientos contradictorios. Hoy hemos tenido de todo en el ruedo. También en los tendidos, desde sabios hasta guiris. Ha habido pañuelos de ley y otros que para poco más que para sonarse los mocos servían. Palmas de oro y otras de aceite. Es así y así siempre ha sido.
Duele ver caer al vacío sobre el buen hacer. Hoy El Fandi, a quienes tantos tienen echada la cruz, ha estado firme. No le ha sobrado un pase, y su dirección de lidia ha sido impecable. En palos acostumbra tanta luz que hoy alguna nube le ha traído más silencio de la cuenta. Perera por su parte ha estado en su línea, pero ha podido aprovechar de mejor manera sus posibilidades en ambos toros, especialmente en el primero.
Lo que sí ha sido reconocido hoy ha sido el buen debut de El Parralejo en la Maestranza. El encierro ha tenido emoción de principio a fin, así como exigencia. El encierro estaba espléndidamente presentado. Todo son motivos para esperar de vuelta en este ruedo en el 2023 a los toros de Javier Moya y Rafael Molina. Don José, que mira desde arriba, estará por seguro muy orgulloso. Más que enhorabuena a la casa.
Entremos en puntos y finales. Hoy escucharán de todo: habrá quien opine que el premio al de Gerena ha sido excesivo, y también hubo quien quería pedirle las dos a Perera en su primero. En fin. De todo tiene que haber en la viña del Señor. Claro que han habido Puertas del Príncipe más sonadas o más baratas, siempre las habrá. Pero el juicio no debe de hacerse en el comparar, sino en el hecho. Y hoy Luque se ha sentado en el trono, que es el que es.