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De Morón a Córdoba, y de Córdoba a Santander

Casi desde la primera chicuelina al novillo de su compañero se apreció que Marcos Linares tiene una chispa especial, una torería y una capacidad de captar la atención del público imprescindible en alguien que aspira a ser torero. Toreó en Córdoba porque se lo ganó en Morón. Y toreará en Santander porque se lo ha ganado en Córdoba.

Yo creo que este joven puede ser torero si le aguanta el valor, porque tiene facilidad, cabeza, buen gusto y ese mensaje que llega al tendido. Aquellas chicuelinas fueron la carta de presentación, pero luego al primero de su lote le enjaretó lances garbosos antes de coger la muleta y doblarse por ayudados torerísimos al inicio de faena. Hubo después dos tandas con la derecha de mano baja y toreo largo, ligadísimas. El utrero de Talavante, que embestía humillado y con entrega, se vino un poquito abajo y comenzó a tardear; y entonces decayó la ligazón pero dibujó unos naturales de excelente corte, antes de volver a la derecha y cortar en el momento justo en el que el animal se atascó del todo. Le dio luego respiro, calentó a la gente con unas luquecinas y lo mató de una lenta estocada. La oreja fue de ley y hasta le pidieron la segunda.

Le igualó González Écija, que después de andar aseado con el primero de su lote, noblote y de poca humillación, brilló en su faena al quinto, un utrero mansito en los primeros tercios pero excelente en la muleta, porque embistió con recorrido y una nobleza absoluta, abriéndose por los vuelos del engaño con temple y fijeza. Jaime lo toreó con muy buenas maneras, gustándose, con mando y estilo. Le faltó ajuste en algunos momentos sobre todo en redondo, pero su faena tuvo momentos de empaque y calidad que le valieron una merecida oreja.

Faltaba el sexto, un novillo con volumen que no había hecho cosas buenas de salida. Le dio lo mismo a  Marcos Linares. Muy firme en los toques y esperando que metiera la cara, le quitó el gazapeo y lo toreó incluso mejor que al otro, con buena técnica, conocimiento de los terrenos y ligazón. Le faltó una serie más con la mano izquierda y le sobraron unos pinchazos en los que no entró a matar de verdad para abrir la Puerta Grande.

No obstante ganó con merecimiento (y por unanimidad) el puesto que la empresa Lances de Futuro había dejado libre en la Feria de Santander, aunque hubo en la tarde otro triunfador moral llamado Daniel de la Fuente. Su primer novillo fue blando y nobilísimo y su faena fue desigual, con momentos buenos y otros de menos acople; y su segundo fue duro y con problemas, y Daniel estuvo valiente, responsable y con mucho mérito. Saludó en ambos casos desde el tercio, pero aunque le hubiesen dado seis avisos, reaparecer a los veinte días de una cornada tan grave como la que tuvo este joven el día 1 de mayo es para descubrirse.

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