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De Justo logra su tercera Puerta Grande

El torero extremeño cuaja a un exigente y fiero toro de Garcigrande; El Juli se entiende con un toro que rompió gracias a sus manos y Juan Ortega pone el temple en una emotiva tarde

La tarde empezó con una atronadora ovación. Era difícil pensar que fuera para El Juli –aunque en su última actuación en esta plaza cortara dos orejas en el festival del Dos de Mayo- pero la tensa relación con su plaza no invitaba a creer que esas palmas eran para él. Otros pensaron que era para Juan Ortega, en su vuelta al ruedo que le situó en el mapa´. Aunque su todo explotó en Linares y en Jaén el año pasado. Pero lo que está claro es que en Madrid empezó su aterrizaje en la primera fila del panorama taurino. Pero de veras esa ovación iba para Emilio de Justo que recogió ese atronador cariño cerca de las tablas después de invitar a sus compañeros. Los tres tenían reales motivos para recogerla pero no quisieron que algún gracioso les recriminara salir del burladero.

La emotividad llegó de la mano del quinto toro. Un fiero y encastado toro de Garcigrande. En realidad lució el hierro de Domingo Hernández pero era propiedad del actual ganadero de Garcigrande, Justo Hernández –que estuvo presente en el callejón–. La propietaria del hierro con el nombre del patriarca es Conchita Hernández.  Emilio de Justo tiró la moneda con un toro que no se había terminado de definir en los primeros compases, incluso había tenido gestos de mansedumbre. Lo pudo por abajo en un vibrante inicio por bajo. Ante semejante exigencia, el toro se vino arriba y se encontró a un torero firme, entregado, pletórico. Le dejó la muleta planchada en la cara para embarcarlo y ceñirse con él en tandas largas. No bajó el diapasón ni el toro ni el torero, dando a veces sensación de gran velocidad. Mucho mérito residió en las tandas sobre la mano izquierda. Le echó los vuelos adelante y lo esperó completamente con los talones clavados, muy asentado, muy de verdad. Cuando cambió la espada la dejó en el ruedo para torear sin ella. Intentó unos derechazos a pies juntos pero terminó con cuatro trincherillas preciosas alternando las manos con un empaque extraordinario. La contundente estocada y el certero golpe de descabello logró cerrar en triunfo la faena de tanta intensidad. Se pidió la vuelta la ruedo para el encastado toro, que se comía las telas por abajo, pero el presidente dijo categóricamente que no. Probablemente se refugiaría en el comportamiento en el caballo para negar ese premio al hierro salmantino.

Ante el primero de su lote, consiguió un inicio y dos primeras tandas de gran ligazón, de gran mérito. El toro se acabó demasiado pronto y De Justo insistió sin mucho contenido. Lo mejor de la lidia de este segundo fue el caro quite de Juan Ortega y la arreada respuesta del extremeño. El descabello le jugó una mala pasada.

La enésima lección de la carrera de El Juli llegó en el primer toro. De salida hizo cosas feas: se frenó, se vino por dentro, midió con mal estilo. No le importó a la figura madrileña para ponerse de verdad. Lo entendió a la perfección. Desplegó toda su técnica. Primero por bajo, después perdiendo pasos, por último yéndose detrás de la embestida. Demostró sus galones de veterano y de figura. Muy comprometido, aunque afeado por parte de la afición por echar la pierna atrás a la hora de ligar. El final, andando, fue lo más torero del trasteo por su suficiencia, por su verticalidad. Preciosos detalles antes de la trasera estocada a su modo. Oreja de ley.

El áspero cuarto fue un tío. Las dos perchas que tenía por delante, francamente asustaban. Violento, sin casta real para entregarse. Muy molesto. El Juli abrevió con buen criterio.

Las palmas empezaron a coger ritmo de bulería cuando era el turno de Juan Ortega con el que cerraba la tarde. Qué bonito ver a Madrid con esa predisposición, con esa sevillanía. Si Pablo Aguado trajo el silencio maestrante a Las Ventas tras aquella Puerta del Príncipe de 2019, Ortega resucitó el ángel de esas plazas del rincón del sur dónde tanto se siente el toreo. Quiso torear a la verónica, algunos lances fueron buenos, especialmente el remate. Apostó por el toro pero pegaba un feo derrote al final de la faena, de uno en uno le enjaretó naturales y derechazos que fueron los más lentos de toda la tarde. Rugió Madrid que estaba dispuesto a despedirle con una oreja pero el estoque viajó algo atravesado y el descabello se interpuso en el premio.

No lo vio por ningún lado con el violeto y descastado tercero.

La Puerta Grande esperaba de par en par a Emilio de Justo. Su historia de superación, de constancia, de evolución se merece la conquista que se debe traducir en carteles de figuras y en dineros. La gloria ya se la ha ganado.

RESEÑA

Sábado, 2 de octubre de 2021. Plaza de toros de Las Ventas. Cuarta de abono. Aforo permitido lleno. Toros de Domingo Hernández y de Garcigrande, muy fuerte en todos los sentidos, con un toro con opciones aunque distinta clase en cada uno: 1º, 5º y 6º para:

El Juli, una oreja y silencio.

Emilio de Justo, silencio tras aviso y dos orejas.

Juan Ortega, silencio y saludos tras aviso.

 

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