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Daniel Ruiz, un ganadero erudito y con personalidad, leyenda del campo bravo albaceteño (semblanza)

Foto: Mauricio Berho vía twitter

En el albor de este sábado los teléfonos no paraban de sonar. Ha muerto Daniel Ruiz Yagüe. La noticia corría entre la incredulidad y la tristeza. En la tarde de ayer, muchos aficionados y profesionales compartieron anécdotas y sonrisas con él en la que sería su última tarde de toros.

Se fue feliz de la plaza de Castellón. «Mamarracho», lidiado en sexto lugar por Manzanares y al que le cortó una oreja, le hizo quitarse la espinita que le había dejado «Lorito», que provenía de una gran reata, pero no le había dado opciones de triunfo a El Juli. Un torero muy ligado a su casa y con el que tanto él como su familia guardaba una gran amistad.

El diestro madrileño llegó al escalafón superior, hace ahora 25 años, con el toro «Endiosado» de su propio hierro. Un astado que quedaría registrado en los anales de la Tauromaquia. Tras él, fueron muchos otros de su propiedad los que han marcado la trayectoria de El Juli como «Cortesano» o «Fanfarria», indultados en Albacete en 2015 y en Valladolid en 2017, respectivamente.

Daniel Ruiz era un erudito y apasionado por el toro bravo. En 1976 tomó la decisión de adquirir su ganadería. Llevaba sangre de Santa Coloma de Coquilla, que la aumenta con un lote de vacas de Eusebia Galache. Diez años después, elimina todo ello al comprar 70 hembras y un semental de Jandilla.

Su trabajo infatigable convirtieron a su divisa amarilla y verde en una de las más importantes del panorama de la cabaña brava actual. Perseguía la bravura y la clase en sus toros, siempre armónicos, bajos de agujas y con cuello largo. Unas hechuras perfectas para embestir.

Del «Cortijo del Campo» de Almansa salieron reses de gran trascendencia, que incluso lo encumbraron como ganadero en su plaza de Albacete. Al citado anteriormente, se le suman los también indultados en ella «Pescadero», por Miguel Perera en 2013 o «Asistente», por El Cid en la Corrida de Asprona un año después. Memorable además fue la faena de Enrique Ponce a «Juguetón» en Ciudad Real en 2017, perteneciente a otra estirpe de nombres célebres en su ganadería.

Una larga lista de grande éxitos como criador de toros, pero su mayor legado es el amor por la Tauromaquia que transmitió a su familia, especialmente a su hijo Daniel y su amistad incondicional a todos aquellos que lo conocían. Durante la madrugada su corazón se paró, dejando un gran vacío en el mundo taurino.

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