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Curro Sanlúcar: «Me voy tranquilo, satisfecho y, lo más importante, me llevo el cariño de mis compañeros»

Con la marcha de los ruedos de Curro Sanlúcar la tauromaquia dice adiós a un picador de los que marcan época. Un profesional íntegro, que ama el toreo desde la cuna y que ha seguido siempre el dictamen de su corazón.

Asegura que tomar la decisión de retirarse «fue muy difícil. Tienes que poner en una balanza una serie de cosas. Se valora el querer estar con la familia. Llevo toda la vida haciendo lo mismo pero al final esto es un ciclo. El mío ya lo he cumplido y hay que dejar paso a la gente más joven».

Su última tarde la vivió el pasado 11 de octubre en la plaza de toros de La Misericordia de Zaragoza durante la Feria de El PilarCurro explica que «fue un día malísimo el que pasé porque cada cosa que hacía pensaba que iba a ser la última vez que lo haría. Ha sido mi vida aunque no voy a dejar de seguir vinculado al mundo del toro». Su despedida fue en silencio desde la humildad que siempre le ha caracterizado. En referencia a ello matiza que «creo que el protagonista absoluto de la Fiesta, además del toro, es el torero. No hay que robarle el protagonismo en ningún momento. Nosotros también tenemos nuestra importancia. Hay que darle a todo naturalidad. Escribano decidió brindarme un toro. Me encantó el detalle y le estaré agradecido toda la vida. No me gusta hacer jaleo para nada. Ni lo hice cuando llegué, ni cuando me he ido. Me gusta hacer todo como lo hacían los picadores antiguos, que no supiese nadie ni que habían salido al ruedo, aunque ahora han cambiado las cosas».

«siempre he hecho lo que he creído que iba con mi personalidad y con forma de sentir y ver el toreo»

Sobre su trayectoria hace balance manifestado que se va «tranquilo, satisfecho y, lo más importante, me llevo el cariño de mis compañeros. Me lo han demostrado con muchas llamadas y mensajes, que es con lo que me quedo». En este sentido expresa que a lo largo de la misma «siempre he hecho lo que he creído que iba con mi personalidad y con forma de sentir y ver el toreo. Nunca me he prostituido ni con nada ni con nadie. Se puede decir que siempre he mandado en mi hambre. He estado con buenos toreros y bien mirado. He tenido más en cuenta el corazón y el sentirme a gusto con el matador y con los compañeros a ganar más dinero».

La decisión de dedicarse a la profesión le «viene de herencia». Lo llevaba en la sangre porque su «tío Pepe fue picador durante muchos años. Cuando yo empecé él llevaba mucho tiempo retirado. Siempre conversaba con él sobre los toros. De chico también me llamaba mucho la atención el campo y he montado a caballo toda mi vida. Creo que era un poco el destino».

Además de su tío Pepe, del que dice «fue un gran picador», ha tenido más y buenos referentes. «Hay uno en especial, por el que me puse mi nombre artístico. Yo me llamo Curro y soy de Sanlúcar la Mayor pero hubo otro «Curro Sanlúcar» antes que yo. Fue un grandísimo picador de mi pueblo. Él fue mi espejo, aunque nunca lo vi picar. Lo admiro por todo lo que contaron sobre él, su trayectoria, con los toreros que había estado…».

El varilarguero sevillano puede presumir de haber estado a las órdenes de primeras figuras del toreo como son El Tato, Antonio Ferrera, Manuel Benítez “El Cordobés”, Julio Benítez o El Pireo hasta llegar a Manuel Escribano. De todos ellos, asiente que «ha habido tres toreros que me han marcado muncho en lo profesional y en lo personal. Son Manuel Benítez «El Cordobés», un enorme torero; Raúl Gracia «El Tato», otro figurón y persona extraordinaria, y Manuel Escribano».

«Siempre me ha gustado que mi trabajo salga perfecto, pero para mí las tardes bonitas son en las que han triunfado los matadores»

Durante su extensa carrera recuerda «muchas tardes con ilusión. Días especiales, sobre todo para mis matadores. Siempre me ha gustado que mi trabajo salga perfecto, pero para mí las tardes bonitas son en las que han triunfado los matadores». Sin embargo hace hincapié en que «piqué un toro de Miura al que Escribano le cortó las dos orejas y, también, el único de la misma ganadería que se ha indultado, que se llamaba Tahonero«.

Sobre la mayor dificultad de la labor de un picador sintetiza que radica en que «tienes que picar al astado y dejarlo en perfecto estado para que el matador pueda triunfar en muy poco espacio de tiempo. Siempre digo que nos juntamos tres vasos de sangre vivos: el caballo, que tiene reacciones propias; el toro, que cada uno es distinto; y el picador, que tampoco todos los días está igual. Poner de acuerdo a esos tres seres vivos es complicado, pero hay que intentarlo cada tarde para que todo salga redondo».

«He tenido una vida que para mí no ha sido un trabajo, sino una diversión porque he hecho lo que más me ha gustado del mundo»

En cuanto a cómo ve su profesión comenta que «ahora mismo está sobrevalorada. Los buenos picadores siempre se han caracterizado por picar su toro sin que casi se enterara nadie que ha estado allí. Ahora es todo al contrario. Se quiere que la suerte sea vistosa. Al final estamos haciendo una labor que va a perjuicio del matador. Si un toro no tiene fuerza, por ejemplo, y pretendes ponerlo tres veces en el caballo y lo luces, después puede no sirva en el último tercio». Del mismo modo aclara que «no hay que olvidar que si yo toreo es porque el torero lo hace. Puedo lucirme en varas, pero si después no embiste…».

Curro Sanlúcar afirma que ha «tenido una vida que para mí no ha sido un trabajo, sino una diversión porque he hecho lo que más me ha gustado del mundo». Al respecto guarda numerosa anécdotas como narra que «yendo con Manuel Benítez «El Cordobés», que toreaba en la plaza de Frejus en la frontera de Francia y que ahora está cerrada, viajamos en un jet privado para ir y volver. Fue una experiencia bonita».

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