Cañaveralejo fue un clamor. Un derroche de esa sensibilidad que, una vez más y ya se ha perdido la cuenta, demostró que no tiene el presidente Gustavo Petro. Fue tras el paseíllo de la cuarta de la Feria de la Libertad, en Cali. El público, que se manifestó prácticamente llenando los tendidos, también quiso hacerlo en favor de Marco Pérez. Los tendidos le obligaron a salir al tercio y saludar. Fueron más allá. Le obligaron a dar la vuelta al ruedo, en señal de ese respeto, de esa ‘LIBERTAD‘ que se gritó al unísono durante esos instantes. Un mensaje directo al mentón de Petro.
El máximo mandatario colombiano sigue emperrado en su cruzada antitaurina como si no hubiera mayor problema en el país cafetero, uno de los más acuciados, por ejemplo, por el negocio de las drogas. Ya hizo cuanto estuvo en su mano por echar el cierre a La Santamaría de Bogotá y, ahora, está encelado con la Tauromaquia en todo el país.
Este miércoles se sacó de la chistera nuevas amenazas: si se permitía torear al novillero Marco Pérez y la amazona Mariana Pineda, ambos menores, prohibía la feria taurina en Cali. Una extorsión en toda regla a la que la afición colombiana se encargó de mostrar su repulsa. Colombia sigue queriendo toros, Gustavo Petro.