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Carlos Domínguez: “Madrid es mucho más que un sueño, es el día que puede cambiarlo todo”

Carlos Domínguez será el encargado de abrir la feria de San Isidro entre los novilleros. Acartelado está junto a Arturo Gilio y García Pulido para dar cuenta de un encierro de Los Maños. Desde su exitoso debut con caballos en la feria de Olivenza de 2019, ha llovido mucho y ha toreado muy poco. La pandemia lo paró totalmente en 2020 y a poco que surgió la oportunidad al año siguiente en el Circuito de Novilladas del Norte, la aprovechó con creces, alcanzando la final. El espigado novillero pacense, de concepto clásico y finas maneras, atiende la llamada de Toreteate desde Madrid, saliendo del sastre en el que le han arreglado un vestido de torear, el que vestirá el lunes en Las Ventas. “No está la cosa para estrenar todavía, ojalá a partir del martes ya me pueda plantear otras cosas. Sería buena señal”, afirma en tono jocoso a la par que ilusionado.

-Carlos, ¿cuáles son las sensaciones a apenas tres días de hacer el paseíllo en la feria más importante del mundo?

Las lógicas supongo ante el día que puede cambiarlo todo, es mucho más que el día soñado para cualquier torero. Estar anunciado en esa feria, esa plaza, es un orgullo que me llena de alegría pero que a la vez conlleva mucha responsabilidad por saber que tiene que pasar algo importante.

-En chiqueros, una novillada de Los Maños. No sé si para el debut hubieras preferido una de Garcigrande, pongo por caso…

Pues no. Todo lo contrario. Estoy muy ilusionado con la novillada. Pienso mucho en ese toro “Matón” que lidiaron el otro día y que tanta satisfacción dio a los aficionados. Es una ganadería que es muy del gusto de la afición de Madrid y todo lo que se le haga a ese tipo de encaste tiene si cabe mayor importancia. Me ilusiona mucho estar anunciado con el hierro de Los Maños, para mí es de garantías y estoy convencido de que va a embestir.

-Contamos con el factor toro a favor entonces.

Se está juntando todo para que ese día pasen cosas. Conozco al ganadero, está ilusionado con la novillada y me comentó que va elegida y cuidada al máximo detalle. Confío en que la cosa viene como lanzada, el otro día echó dos toros muy buenos y en Madrid gusta mucho. Para mi toreo creo que le viene bien. Ojalá me embista uno y pueda cuajarlo. Estoy deseando que llegue el lunes.

-Este año, en Olivenza, una voltereta te produjo una seria lesión en el hombro. ¿Cómo te encuentras?

Me ha tenido un tiempo fastidiado, pero eso ya es pasado. Estaba cuajando un gran novillo de José Luis Marca y el porrazo me produjo una fractura en el húmero. Pese a ella, me quedé en el ruedo y lo maté. En las primeras pruebas no aparecía la lesión, pero a las dos semanas no remitían los dolores y me la descubrieron. Por fortuna la recuperación ha sido buena.

-Dos años prácticamente parado dan para pensar muchas cosas.

El parón me sirvió para reforzar mi toreo y reforzarme mentalmente. Considero que estar tanto tiempo sin torear ha sido un factor clave que me he ayudado mucho. Sé lo que es estar dos años parado, pero me lo tomaba siempre como una preparación intensa para cuando llegara la oportunidad. Llegó en el circuito del Norte y de ahí el premio de estar en San Isidro y también este mes de mayo en el de Circuito de Novilladas de Castilla y León.

-¿Qué se va a encontrar el público de Madrid cuando vea a Carlos Domínguez?

De base, lo que se le pide a cualquier novillero: actitud y ganas de ser torero. A partir de ahí me gustaría mostrarles la personalidad que hay que marcar para llegar a ser alguien. Intento hacer el toreo clásico, el toreo puro, el que a mí me gusta y así lo siento. Si consigo hacerlo, creo que mi concepto va a encajar muy bien en la afición de Madrid.

-Y ese concepto, ¿de qué fuentes bebe?

Te podría nombrar muchos toreros, me gusta coger muchos matices para fraguar esa personalidad propia que te comentaba. Si tengo que nombrarte alguno me quedo con Morante, con los toques de genialidad de Talavante, con lo mucho que he aprendido en el día a día con Ginés Marín, con el que he convivido y le estoy muy agradecido porque me ha aportado mucho… Todos esos ingredientes creo que me ayudan a fraguar una personalidad propia que ojalá se pueda ver.

-¿Cuándo y cómo decides ser torero?

No tengo ningún antecedente taurino en la familia, la verdad. Solo sé que el toreo es algo que me envenenó desde chico. Me cuenta mi madre siempre la anécdota que siendo muy pequeño, estaba llorando sin consuelo y que cambiando de canal en la televisión, puso una corrida de toros y acto seguido dejé de llorar. A partir de ahí las grababa y me tiraba toda la tarde o toda la mañana viendo toros en cintas de VHS, embobado con la tele y el chupete en la mano. A los ocho años ya me apuntaron a la escuela taurina de Badajoz… y hasta hoy. Siempre tuve muy claro que lo mío eran los toros.

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