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Así te hemos contado la «Miurada» de Béziers

Sexto toro:

Escribano recibió a portagayola y posteriormente lo ramilleteó por verónicas. El de Miura protagonizó un impresionante tercio de varas, en el cual se arrancó de punta a punta en cada ocasión que se le citó. Nada menos que cuatro veces entró, y en las cuatro peleó tal y como le iba la vida en ello. La plaza despidió en pie a Juan Francisco Peña, que salió por la puerta contraria como manda la costumbre en el último de la tarde, esta vez con el castoreño en la mano. El de Genera decidió no banderillear al burel por aparentes dolencias que aún persistían a raíz del percance. La faena pudo prometer en vista del gran tercio de varas que se presenció, pero terminó por quedarse en nada. Durante la brega en garapullos se mostró especialmente andarín aun con cuatro puyazos en lo alto, y agudizó este defecto durante la franela, lo que le hizo imposible hilar faena. Tuvo que abreviar. Media estocada tendida que precedió a tres descabellos hasta ver muerte. Ovación de despedida.

Quinto toro:

Tuvo que salir Pinar a matar al segundo de su lote en quinto lugar por encontrarse Escribano en supervisión en la enfermería, a lo que saldría luego a matar el último. Este causó terror con su mera presencia de salida, por la agresividad de sus finos pitones, que apuntaban hacia adelante, así como por su altura imperial. Echó las manos por delante en el capote, a la par que cabeceaba las alturas con rabia de celo. Fue suelta toda su lidia, entrando fugaz pero salvaje al caballo hasta en ¡cuatro ocasiones! No pareció salir afligido del peto, y siguió campando por el redondel. Pinar se mostró capaz y sereno frente a las acometidas de la bestia en la muleta, siendo de nuevo capaz de ordenar una faena que si algo hizo, fue transmitir al público de Béziers. Metió en vereda a un animal fiero que se movió emocionantemente, y lo mató de estocada arriba. Siendo una faena merecedora de un claro trofeo el presidente decidió asomar los dos pañuelos de una vez, concediéndole las dos orejas.

Cuarto toro:

Salió el «miureño» sin definirse, limitándose a pasar en el capote de López Chaves. Fue llegar el caballo y se le encendió la bombilla, apretando y acometiendo con fuerza contra tablas en el primer puyazo, entrando desde mayor distancia en el segundo encuentro, dando ahora una pelea más recogida. El toro sube la cara en banderillas, pero resuelven bien los de plata. Brindó la muerte del toro a Sebastián Castella. Empezó despacioso, ordenando las embestidas brindadas por la inercia. Ya prevaleciendo el toque, había que encontrarle el sitio entre pase y pase, teniendo éxito el salmantino en dicha tarea, muleteando baja y templada la mano. Hubo muletazos de quilates dentro del pajar en el que terminó por convertirse el toro, no por escasez de movimiento sino por la calidad del mismo, más apagado ahora. Sin embargo, estuvo con él hasta el final, exprimiendo todo lo presente. Mató de media estocada a la cual el toro vendió cara su muerte, en pie hasta rodar. Silencio tras aviso.

Tercer toro:

Más bajo de lomos el tercero, negro bragado, cornigacho y fuerte. Acudió presto a varas, más lejano el caballo en la segunda, empujando en ambas con la cara a media altura. En banderillas, demostró cierto recorrido. Rubén Pinar fue construyendo una faena inteligente, mostrando un repertorio muy del gusto de la afición. A la vez, templa y manda por abajo a un exigente pero buen morlaco de Miura. Termina volcándose en valentía para cerrar faena, fraguando una serie de rodillas tan valiosa como arriesgada, que puso al gentío de pie. Tras pasarlo brevemente por estatuarios, puso una estocada un punto caída que no obstante trajo rápida muerte. Dos orejas y vuelta al ruedo al toro.

Segundo toro:

Escribano recibió con una larga cambiada de rodilla al colorado segundo, de mayor cuerna y un punto más de alzada que su anterior hermano. Entre varas y en el mismo peto se mostró algo afligido de primeras, perdiendo las manos repetidamente, pero se recompuso para la segunda entrada. Con dos sesgos y un ceñidísimo par al quiebro cerrado en tablas, Manuel Escribano puso en pie a los tendidos de Béziers. El toro tenía muy corto recorrido y era incierto hasta que hizo por el de Gerena, volteándolo violentamente. Consiguió volver a la cara, aparentemente sin heridas mayores visibles. Acabó abreviando. Mató de estocada arriba un punto trasera, lo que precisó descabello, con el que acertó tras escuchar un aviso. Dio la vuelta al ruedo.

Primer toro:

Abierto de puntas sin ser muy descarado y alto era el primer Miura de la tarde. No pudo estirarse con el capote López Chaves por los apretones en la embestida del animal. De uno en uno, fue el inicio de faena. El de Zahariche no descolgaba y fue ganándole sitio hasta que logró la ligazón. Remató con una muy buena estocada, expuesto a las guadañas, y cortó la primera oreja de la tarde.

 

RESEÑA

hierro-eduardo-miura

Plaza de toros de Béziers (Francia) Francia. Quinta de Feria. Tres cuartos de entrada. Toros de Miura, el tercero de nombre «Luminario», nº 16, fue premiado con la vuelta al ruedo.

López Chaves (de marino y oro), oreja y silencio tras aviso.

Manuel Escribano (de tabaco y oro), vuelta al ruedo tras aviso y ovación.

Rubén Pinar (de celeste y oro), dos orejas y dos orejas.

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