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Ases de la pintura taurina (I)

Se habla mucho de que la tauromaquia, en sus vertientes más culturales, ha sido fuente de inspiración para grandes pintores de la historia de varias épocas, desde Goya y Carnicero hasta impresionistas como Manet. Desgraciadamente, pocas veces se hace justicia a esos grandes artistas que centraron su actividad pictórica en el tema taurino y cuyas obras se encuentran dentro del imaginario colectivo del aficionado, por verse reproducidas en libros, carteles o entradas. En esta nueva serie de dos entregas, vamos a repasar la biografía de alguno de estos grandes pintores que engrandecieron la cultura taurómaca, empezado por tres grandes: Domingo, Ruano Llopis y Martínez de León.

Autorretrato de Roberto Domingo (1949, Gouache sobre papel)

ROBERTO DOMINGO: PINTOR DE PINTORES

Roberto Domingo Fallola (París, 1883- Madrid, 1956), hijo y discípulo de Francisco Domingo Marqués, figura destacada de la colonia artística española en París, en su infancia y juventud frecuentó los círculos artísticos de la ciudad francesa y mantuvo una estrecha relación con artistas parisinos. Muy tempranamente dio muestras de gran facilidad para el dibujo, adiestrando sus facultades y adquiriendo conocimientos técnicos a la sombra de su padre, bajo cuya enseñanza se inició en la pintura de “casacas”. En 1908 celebra su primera exposición individual, en 1913 expone sesenta obras en Madrid, y en 1914 celebra una exposición en la galería Baillie de Londres, lo que demuestra el rápido ascenso de nuestro protagonista.

Retrato fotográfico de Roberto Domingo

En su pintura destacan los temas taurinos, en los que el detalle cobra vida y movimiento sin perder su entera sumisión al dibujo. Las diferentes suertes taurinas, las cuadrillas dando el paseíllo, los picadores probando las puyas o las mulillas arrastrando el toro ya muerto, le suministraron un repertorio de asuntos variados, ricos de exaltación, pero que sólo podían abordarse con grandes dotes de dibujante e improvisador.

Su técnica rápida, sobre papel o cartón, le llevó a captar la instantaneidad de las diferentes faenas que expresaban el movimiento y con breves trazos, logró sugerir la gracia del contorno o la sensación corpórea de volumen. Muy pronto se erige en el intérprete pictórico por excelencia de la tauromaquia y será hasta su muerte, sin discusión, «el pintor de los toros». Óleos, gouaches y dibujos a pluma, salen de sus manos y son muy apreciadas por los aficionados. Surgen, y en seguida crecen, sus imitadores, creando una escuela, en la que su magisterio se mantiene siempre.

Cultivó el cartelismo y la ilustración en diversas revistas y publicaciones madrileñas como “La Libertad” y “ABC”. Tras su muerte, la presencia de sus obras ha sido constante en exposiciones colectivas y antológicas y en las ofertas de las más importantes subastas.

Mártires mudos (Roberto Domingo, óleo sobre lienzo)

CARLOS RUANO LLOPIS: EL CARTELISTA POR ANTONOMASIA

Seguramente sea el pintor más famoso de todos los tiempos, por la cantidad de carteles que se han editado con sus pinturas y por haber retratado a alguno de los personajes más importantes de la historia. Carlos Ruano Llopis nació el 10 de abril de 1878 en Orba, en el seno de una familia modesta, siendo el cuarto de siete hermanos. A pesar de no ser un mal estudiante, ante la necesidad económica de su familia como consecuencia de la prematura muerte de su padre, decidió abandonar los estudios y colocarse en un taller de fabricación de abanicos donde al tiempo que con su salario contribuía a paliar las cargas familiares se iba perfeccionando en la técnica del dibujo. Posteriormente se matriculó en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. En 1909 ganó la medalla de oro en la Exposición Regional, lo que le permitió disfrutar de una beca para ampliar estudios en Italia.

Autorretrato de Carlos Ruano Llopis

El tema taurino fue el más destacado de su obra, ya que tenía una afición desmedida e incluso se le pasó por la mente ser torero, teniendo buenas cualidades, pero desistiendo finalmente. Existe una anécdota, en la que se cuenta que Joselito, al contemplar uno de sus magníficos carteles, dijo: el que ha pintado esto, sabe torear, aunque nunca haya toreado.

Famosa es su estrecha relación con la casa valenciana de litografías Ortega. Desde 1930, mantuvo estudio abierto en Madrid, alternando la actividad pictórica entre esta capital y la valenciana. Por la sede madrileña pasarían grandes personajes de la época, tanto del mundo taurino como del ámbito político y cultural. En 1933, ante la insistencia de los diestros Juan Silveti y “Armillita” e invitado por el famoso semanario mexicano Toros y Deportes marcha a México donde celebra una notable exposición pictórica con excelente éxito de público y crítica. Allí continuaría con su labor pictórica predominando como siempre el asunto taurino pero enriquecido ahora con los nuevos motivos que suponían los rodeos mexicanos y los charros.

Fue Ruano Llopis un activo colaborador de diversos periódicos y revistas de la época en las que se insertaban las viñetas que ilustraban las críticas taurinas. Diseñó e ilustró además muchas de las portadas de libros sobre monografías taurinas, postales, barajas de naipes, etc. Trabajó así mismo para la industria cinematográfica de Hollywood, dirigiendo las escenas taurinas y diseñando los carteles anunciadores de la película Sangre y Arena.

En sus últimos años quiso volver a España, pero no lo consiguió a causa de la enfermedad que finalmente le llevó a la muerte el 2 de septiembre de 1950.

José Gómez Ortega, Gallito (Carlos Ruano Llopis, óleo sobre lienzo)

ANDRÉS MARTÍNEZ DE LEÓN: EL PADRE DE “OSELITO”

Andrés Martínez de León, nació el 5 de abril de 1895 en Coria del Río (Sevilla), pero con apenas un año, la familia se traslada al barrio de Los Remedios en Sevilla Capital, donde nace su vocación artística, ya que en un lugar cercano a su vivienda, concretamente los salones del conocido Convento de los Remedios, los pintores Gonzalo Bilbao, Ignacio Zuloaga y Marín Castellanos, tienen instalado su estudio, por lo que años más tarde, Andrés se matricula en la Escuela de Artes y Oficios y Bellas Artes de Sevilla, destacando en las disciplinas de Dibujo del Antiguo y del Natural, adquiriendo gran dominio del lápiz y la pluma.

Andrés Martínez de León en su estudio

En 1918 comienza a colaborar en la prensa nacional y local. Es en »El Noticiero Sevillano», donde publica por primera vez su popular viñeta del personaje satírico de “Oselito”. Esto ocurrió en 1920, año de la tragedia en Talavera, y no es casualidad que el personaje se parezca mucho al gran Gallito, que sea taurino y que diga que nació entre Sevilla y Triana…

Y es que Martínez de León fue un enorme aficionado, que pudo vivir la edad de oro de la tauromaquia y que admirara a los colosos de la época: José y Juan. Además, con Belmonte, le unía una profunda amistad de ahí que lo retratara en multitud de ocasiones y que el propio “Pasmo” dijera en una ocasión: merecería la pena ser torero, siquiera para verse plasmado por ese paisano mío, Martínez de León, un maestro que quedará para la historia del arte de la pintura.

En 1931, dado el éxito de su primera obra “Historietas Sevillanas”, publica “Los Amigos de Toro o la Parte Sana de la Afición, Reglamento Taurino en XXX Capítulos” con textos e ilustraciones del artista y un prólogo de Gregorio Corrochano.  A lo largo de su vida artística ilustra infinidad de obras para importantes escritores españoles, destacando, por su temática taurina, los de José María de Cossío o la famosa novela biográfica de Belmonte escrita por Chaves Nogales.

El día 18 de julio de 1936, estalla la Guerra Civil, Andrés permanece en Madrid unos meses, trabajando para la prensa de Madrid, en las secciones de toros, los deportes, e ilustrando con sus viñetas, los diarios “La Voz” y “El Sol”, para los que trabaja casi en exclusiva.

A medida que avanza la Guerra Civil, la influencia de sus contactos con intelectuales de izquierda, radicaliza sus trabajos. Una vez concluida la contienda, Martínez de León es perseguido y el 2 de octubre de 1941, es acusado de un delito de adhesión a la Rebelión Militar. Siendo condenado a la pena de muerte; conmutada el 2 de octubre de 1942, a 20 años y un día de reclusión mayor.

“Oselito”, su hijo artístico que guardaba un parecido increíble con Gallito

En los años cincuenta, indultado de su pena, comienza una larga colaboración con el periódico “Diario España” editado en Tánger, que dirige su amigo Gregorio Corrochano. En 1954, Ediciones Aguilar publica su segundo libro de temática taurina: “Los Amigos del Toro, El Toreo, sus Males y su Remedios” en el que su personaje estrella hace un análisis de la tauromaquia de posguerra y una propuesta para recuperar sus señas de identidad.

En 1959, la comisión organizadora de las fiestas de San Fermín encargó al artista la confección del cartel taurino y presentó un original que tenía como protagonista a un toro de extraordinario trapío con las características ideales del toro en el que el animal acaba de salir y derrota ante las tablas del burladero tras el que se refugia un subalterno.

La muerte le sorprendió en Madrid el 25 de mayo de 1978, a los 83 años. Tras su muerte, se suceden varios homenajes y actualmente sus obras forman parte de distintos Museos y colecciones públicas y privadas de España e Hispanoamérica.

Pintura de temática taurina y autoría de Martínez de León, conservada en el Museo Taurino de la Plaza de Toros de Madrid
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