En figura. Andrés Roca Rey cortó cuatro orejas -que pudieron ser más, por ejemplo, después del faenón al cuarto- y se llevó de calle el esperado mano a mano que abría esta tarde la Feria de Pascua en Arles (Francia). El torero peruano estuvo sensacional, a gran nivel, con una buena corrida de La Quinta, que tuvo mucho que torear y matices, pero también dos grandes toros como fueron cuarto y sexto. Sebastián Castella quiso mucho toda la tarde y derrochó entrega, pese a salir de una lesión de vértebras estimable, pero fue silenciado en su lote.
Cerró plaza un toro bueno, con virtudes, al que Roca Rey supo administrar muy bien. Fue una faena siempre a más en la que supo exprimir el fondo notable del astado de la familia Conradi. Pisó e incluso invadió por momentos los terrenos del toro el peruano, que terminó muy poderoso, metiéndose un estoico arrimón entre los pitones del toro. El espadazo, ahora sí, puso en su mano el doble trofeo.
El cuarto fue un toro extraordinario de La Quinta con el que Roca Rey armó una faena elegante, templada y bien ligada que hizo bramar al anfiteatro romano de Arles. Destacó, especialmente, el toreo con la mano izquierda y el poder mostrado en las cercanías del toro. Fue un trasteo abundante en contenido, pues el hizo muchas cosas al bravo ejemplar de La Quinta y, todas ellas, muy buenas. Así, se llegó a pedir el indulto del toro que, sin embargo, no concedió el presidente. Siguió toreando tras esta petición y, finalmente, con las dos orejas cortadas con fuerza, la espada quedó algo defectuosa y tardó en doblar el toro, por lo que quedó en un trofeo para el peruano y vuelta al ruedo en el arrastre para el cárdeno.
El segundo fue un toro que tuvo bondad, un animal manejable, pero que tuvo poca entrega. Roca Rey llevó a cabo un ejercicio de capacidad y valentía con él. En figura, supo buscarle las vueltas y anduvo delante de él con una precisión enorme. Supo administrarlo para apretarlo después en el momento justo. Así, logró torearlo con mucho mérito por ambas manos, muy reunido. Hubo un pinchazo previo a una estocada y paseó la primera oreja de la tarde.
Rompió plaza un toro noble, manejable, pero sin finales y que nunca terminó de descolgar. Castella estuvo firme con él, seguro, en un trasteo que tuvo muletazos limpios y de buen trazo. Labor sólida con un adversario que no tuvo mala condición, pero tampoco fue un animal de triunfo. De torero puesto, pero sin brillantez.
El tercero de La Quinta fue un astado bravo, que se movió mucho con el que Castella, por momentos, ha estado francamente bien por el pitón derecho, a pesar de que se ha visto sensiblemente molestado por el viento. Ese vendaval impidió que la faena -de largo metraje y con el público expectante por ver si rompía- pasara del tono medio, porque, en ciertos pasajes, faltó acople entre toro y torero. La espada tampoco viajó certera y todo quedó en silencio tras un aviso.
Un toro incómodo y deslucido fue el quinto. El menos propicio del encierro, con el que Castella trató de justificarse haciendo un esfuerzo con él, en un trasteo largo, que no encontró mayores réditos por parte del tendido. No encontró además el refrendo de la espada y, nuevamente, fue silenciado.
Anfiteatro romano de Arles, en Francia . Primera de la Feria de Pascua. Lleno en los tendidos. Toros de La Quinta, bien presentados, entipados y parejos. El 1º, noble, pero sin finales; como el manejable 2º, al que faltó entrega; bravo y con mucha movilidad, el 3º; el 4º, gran toro, con prontitud, clase y transmisión, de nombre ‘Castañero‘, nº 39, de 520 kilos, premiado con la vuelta al ruedo; el 5º, incómodo y deslucido; y el 6º, con buen fondo.
Sebastián Castella (de grosella y oro), silencio, silencio tras aviso y silencio.
Roca Rey (de rosa y plata), oreja, oreja tras aviso y dos orejas.
Incidencias: Tras el paseíllo, fueron obligados a saludar desde el tercio Castella y Roca Rey.