Álvaro Núñez del Cuvillo Benjumea lidiará la primera corrida de toros de su ganadería en la Feria de Córdoba. Atrás han quedado cinco años de esfuerzo en solitario, de noches soñando con este momento.
Tras muchos años dirigiendo la ganadería familiar de Núñez del Cuvillo mano a mano con su padre, Álvaro inició una aventura cargada de ilusiones y de futuro incierto. Urbanizó unos terrenos, compró una finca en Portugal, y algo más de un ciento de vacas y algunos sementales a su padre, y también otro semental a Talavante. «¿Cómo va la ganadería?», le preguntó una noche Morante en la Feria de Jerez, y Álvaro le contestó que no tenía ni tractor. «¿Y tú para qué quieres un tractor?», le preguntó de nuevo el genio de la Puebla resolviendo a su manera el asunto…
¿Verte anunciado en ese primer cartel qué significa para ti?
La gente lo ve como un debut, pero para mí también es una meta, un objetivo cumplido. Junto a mi mujer, empecé de cero hace un lustro y el camino ha sido muy duro. Nos vinimos a vivir a Portugal y aquí iniciamos una nueva vida. He hecho de todo, desde poner crotales hasta echar de comer, pasando por arreglar alambradas y hacer trabajos de fontanería. He estado dedicado en cuerpo y alma a este proyecto sin ningún tipo de beneficio económico. La ganadería es algo piramidal. Este año voy a herrar 130 becerros pero sólo tengo 30 toros para lidiar. Hasta llegar a un equilibrio tendrán que pasar al menos otros cuatro años.
¿Cómo es la corrida de Córdoba?
Es una corrida seria, de plaza de primera, como se exige en esta plaza. Córdoba no es un sitio fácil en la que se regale nada, y eso también atañe al ganadero. Hay en total nueve toros y el conjunto, dentro de su seriedad, es muy bonito, con buenas hechuras y variada de pelo.
Supongo que será la misma corrida o muy similar a la que estaba prevista para Sevilla. ¿Qué ha pasado para, finalmente, no lidiar en la Maestranza?
Básicamente es la misma, sí. Lo que ha pasado es que Ramón Valencia tenía razón. Había siete toros muy buenos para Sevilla pero faltaba alguno más para completar el lote con total garantía en el caso de que hubiese algún problema. Otro año será.
En el cartel son fijos Talavante y Roca Rey, lo que significa que las figuras siguen confiando en ti aunque ahora tengas tu ganadería propia y no hayas lidiado todavía un pitón. ¿Eso cómo lo valoras?
Yo tengo una gran afinidad con Talavante y por supuesto ha tenido triunfos históricos con toros de Cuvillo, lo mismo que le pasa a Roca Rey. Yo estoy encantado con que me la maten Alejandro y Andrés y, desde luego, les agradezco la confianza que han depositado en mí. Es verdad que no he lidiado nada todavía y, desde ese punto de vista, no tienen referencias, pero también es cierto que han venido mucho a casa a tentar, al igual que otros toreros de primerísima línea. En estos años en los que he estado sin poder lidiar desde que me independicé, he recibido mucho apoyo no sólo moral sino también real, o sea, no sólo con palabras, sino con hechos, por parte de toreros y empresarios. La misma tarde en la que se supo que dejaba de ser responsable de la ganadería de Núñez del Cuvillo, los primeros que me llamaron fueron José Tomás y Morante.
¿En qué otras plazas vas a lidiar este año?
Tengo una corrida para septiembre que lidiaré en Valladolid y otra más que irá a Toledo, Alicante o alguna otra plaza. Además me han pedido una para Albacete que no sé si podré completar, y luego algún toro suelto para una corrida especial.
¿Una corrida especial con José Tomás como protagonista?
¡Ja, ja, ja! Dejémoslo en una corrida de máxima expectación…
Han pasado cinco años, una crisis brutal motivada por la pandemia, una reducción de espectáculos… ¿Ha bajado todavía más el precio del toro?
El precio del toro lo pone el ganadero, que de alguna forma ejerce como ‘apoderado’ de sus toros a la hora de defender su caché. Otra cosa es que luego los empresarios estén dispuestos a pagar ese dinero o no. En lo que a mí respecta puedo asegurarte que no voy a vender los toros a un precio inferior del que yo creo que vale mi esfuerzo y mi trabajo durante todos estos años. Por ejemplo, la negociación con José María Garzón duró cinco minutos, prueba de que había un interés real por la corrida. Lo mismo te puedo decir con el resto de empresarios con los que he tratado. En ese sentido estoy muy satisfecho.
Se dice que cuando los toreros dejan de torear, regresan haciéndolo mejor porque les ha dado tiempo a pensar, a madurar su tauromaquia. ¿Al ganadero le pasa lo mismo?
Yo creo que soy mejor aficionado que hace cinco años. Mi intuición es relativa, no soy por ejemplo como Justo Hernández, que tiene una intuición especial para ver las cosas. Lo mío es a base de ponerle mucho interés y mucha afición a esto, de fijarme en todo y de darle mil vueltas a la cabeza. Y eso es lo que he estado haciendo durante este tiempo. Pero, en cualquier caso, para llegar a tener la ganadería en el punto que yo quiero voy a necesitar otros cuatro años.
Y en relación a ese punto en el que quieres tener la vacada, ¿a qué aspiras realmente como ganadero?
Pues aspiro a conseguir un tipo de embestida determinada. Es decir, no me obsesiona el triunfo tanto como que ese triunfo llegue a partir de una cierta manera de embestir que es la que propicia una cierta manera de torear. El triunfo que a mí me va a servir de verdad es ése y no otro. Una corrida puede ser entretenida, triunfal, un gran espectáculo en su conjunto, pero yo como ganadero puedo estar insatisfecho si el toro no ha embestido como yo sueño que lo haga. Aspiro a encontrar un toro que se pueda torear con las muñecas y con los vuelos de la muleta, que no sea un toro de toques fuertes. Y que, además, se redondee mucho, porque el toreo que me obsesiona es el toreo reunido.