A escasas horas de que comience la Feria de San Miguel en Sevilla, con todo preparado y un público expectante por saber quién se proclama como triunfador del serial, vamos a recordar una anécdota que, durante muchos años, a modo de superstición, provocaba que los toreros no quisieran tomar la alternativa en esta feria del septiembre sevillano, pues en pocos años, diez de los que lo habían hecho, perdieron la vida… Por fortuna, este asunto ha quedado relegado en el olvido, pero vamos a recordar esas diez alternativas a modo de homenaje.
UNA LEYENDA NEGRA
Un cúmulo de casualidades, ya sean para bien o para mal, en un mundo tan lleno de supersticiones como el de los toros, normalmente conlleva a cambiar la percepción de los mismos, y lo que en un principio puede ser fruto del azar, se convierte en algo que hay que evitar porque claramente está marcado por la “mala suerte”.
No vestir de amarillo, no cambiarse en la habitación número trece y un sinfín de cosas más. Algo así es lo que ocurrió durante un tiempo con la Feria de San Miguel, especialmente con las alternativas tomadas durante la misma, ya que algunos grandes toreros, que se habían doctorado en esas fechas, habían concluido sus días en las astas de un toro. Las estadísticas no fallan: en el transcurso del siglo XX, diez toreros que tomaron la alternativa en esta Feria sevillana murieron o bien por cornada de asta de toro o bien de forma violenta y trágica. Pero comencemos con el relato si les parece…
CAÍDOS EN LA ARENA
Vayamos al principio y con el primer protagonista de la historia: el 28 de septiembre de 1905 el torero José Gallego Mateo, más conocido por José Claro “Pepete” se doctora en su ciudad natal después de haber revolucionado Sevilla y su zona de influencia con sus éxitos. Con “Bonarillo” de padrino y Ricardo Torres “Bombita”, como testigo, se doctoró el nuevo matador con un cartel importantísimo pues lo veían los aficionados como una gran esperanza. Desgraciadamente, y únicamente cinco años más tarde, el 11 de septiembre de 1910 en Murcia, el toro Estudiante, de la ganadería de Parladé le profirió una mortal cornada en la zona de la ingle, ocasionándole la muerte en la misma enfermería de la plaza de toros pocos minutos después.
Hablemos ahora de un primer valenciano que tomó la alternativa y que no pudo terminar sus días de forma apacible. Isidoro Martí “Flores” alcanzó el grado de doctor en tauromaquia en San Miguel, con Rafael “El Gallo” (un personaje al que también se le achacó durante mucho tiempo esa mala suerte a la hora de alternativar a noveles espadas). El 26 de junio de 1921, en Béziers, el toro Aceituno de la ganadería de Alipio Pérez Tabernero, le dio una enorme cornada en el pulmón, de la que no sanaría jamás, pues murió seis meses después el 6 de diciembre de 1922, en Caracas a consecuencia de las secuelas de esta herida.
Llegados a este punto, vamos a hablar de los dos toreros cuyas muertes causaron una profunda sensación de tristeza en España y que fueron las más sonadas de esta lista. En primer lugar, tenemos que hablar del que seguramente sea el torero más trascendental de la historia, José Gómez Ortega “Gallito”, que tomó la alternativa a los 17 años, un 28 de septiembre de 1912, también en la Feria de San Miguel de Sevilla. Su hermano Rafael fue el padrino y Antonio Pazos el testigo. Tras una carrera de enormes éxitos, tuvo un final por todos conocidos, y su cita con la muerte fue Talavera de la Reina, el 16 de mayo de 1920, cuando el toro Bailaor, de la viuda de Ortega, le elevó a las más altas cotas de inmortalidad para siempre.
El otro torero que causó una gran impresión y que su partida conmocionó a España, fue el que estaba llamado a suceder al gran Joselito, el valenciano Manuel Granero. A los 18 años tomo también la alternativa en la Feria de San Miguel, un 28 de septiembre de 1920, también de manos de Rafael El Gallo como padrino y su amigo Manuel Jiménez “Chicuelo” como testigo. Dos años después, cuando toreaba con Juan Luis de la Rosa y Marcial Lalanda en Madrid, un 7 de mayo de 1922, el toro Pocapena del duque de Veragua le mató de una terrible y trágica cornada cuando contaba únicamente con la edad de veinte años.
Manuel Báez “Litri” tomó su alternativa en la Feria de San Miguel, un 28 de septiembre de 1924; el padrino fue Chicuelo y Pablo Lalanda el testigo. El 11 de febrero de 1926, durante la corrida regia (asistían a ella los Reyes de España) celebrada en Málaga, el toro Extremeño, del marqués de Guadalest le hirió gravemente. El 18 de febrero (siete días más tarde) moría de gangrena después de haber sufrido la amputación del miembro herido, la pierna.
Joselito Huerta recibió la alternativa igualmente en la Feria de San Miguel de 1955. En 1968 fue herido de extrema gravedad en El Toreo de Cuatro Caminos. Repuesto del percance que le pudo matar, un aneurisma cerebral, que a duras penas superó, precipitó su retirada.
Para cerrar esta trágica lista de toreros caídos en el ruedo, decir que José Eslava Cáceres, en los carteles “Pepe Cáceres”, también se doctoró en la mencionada Feria de San Miguel, el 30 de septiembre de 1956 y el 20 de julio de 1987, en la Plaza de Sogamoso, en Colombia, alternando con el rejoneador Dayro Chica y el cordobés Antonio José Galán, el toro Monín (Santiago era su nombre original), de la ganadería de San Esteban de Ovejas, lo hirió contra las tablas causándole la muerte inmediata.
OTROS CASOS RELACIONADOS CON SAN MIGUEL
Curioso también es el caso del jerezano Juan Luis de la Rosa, que también había tomado la alternativa en Sevilla (en la Plaza de Toros Monumental), el 28 de septiembre de 1919, y que fue asesinado de un tiro en el corazón en pleno centro de Barcelona en 1936, en una revuelta callejera durante la guerra civil española.
Y dos alternativas anunciadas en San Miguel, que no llegaron a producirse pero que los toreros que la iban a tomar llevaron el añadido del “mal fario”. Primero, el mexicano Eduardo Liceaga, que estaba contratado para tomar la alternativa en Sevilla en la Feria de San Miguel en 1946. Todo estaba atado y previsto incluso con los carteles impresos, los contratos firmados… pero el toro Jaranero de la ganadería de Concha y Sierra lo impidió, pues el 18 de agosto en la Plaza de San Roque (Cádiz), le causó la muerte.
Por último, hablaremos de Pascual Márquez, que debía tomar también la alternativa en la Feria de San Miguel del año 1936. Todo estaba acordado pero la guerra civil impidió la ceremonia y se aplazó hasta mayo de 1937, también en Sevilla. El 18 de mayo de 1941, el toro Farolero de Concha y Sierra, hirió gravemente en el pecho a Pascual que murió el día 30 del mismo mes.
Esta es la historia de estos valientes toreros a los que le tocó lidiar con la cara más cruda de la tauromaquia, pero, para tranquilizar a todos, son una serie de casos aislados y casualidades que no connotan la línea general de las alternativas que se toman en Sevilla durante San Miguel, pues la mayoría de ellas, se han convertido con el tiempo en grandes toreros.